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Introducción
El libro que usted tiene en sus manos es un regalo—de la autora al lector, de una mujer individual al Movimiento de Mujeres (y para los hombres de conciencia) de todas partes.
En cierto sentido, se podría decir que cualquier trabajo de teoría feminista encaja en esta categoría. Pero lo que Genevieve Vaughan nos ha dado es algo único—un trabajo tan apasionado en el sentimiento como reflexivo en el análisis. Un trabajo en el que la investigación escrupulosa y la erudición resuenan en sincronía con, y no en oposición a—los más mejores impulsos del corazón humano.
Esta insistencia en desafiar a la mente y al mismo tiempo enternecer el espíritu no es fácil en un mundo de ‘o u o.’ Se requiere una sana audacia para tan siquiera intentar ambas a la vez. Gen Vaughan señala correctamente como las feministas ya se atreven a considerar que “todo sistema académico es sospechoso” y va más allá, alentándonos a arriesgarnos a recobrar nuestra "ingenuidad" para animarnos a cuestionarlo todo. Pero no se equivoquen. Por ingenuidad no se refiere a un sentimentalismo o a un romanticismo que nuble la mente, aunque ella con frescura permite que el altruismo salga del closet y se aventure por las calles. Yo encuentro sus teorías "ingenuas" altamente sofisticadas en el mejor sentido: trabajadas inteligentemente, éticas, pragmáticas, factibles en lo intercultural, y aplicables, tanto en las relaciones íntimas, como en las políticas globales. En otras palabras, eficazmente transformadoras.
Diferentes lectores encontrarán aquí diferentes regalos. Los semiólogos, los lingüistas, los economistas, los politólogos, se encontrarán con un desafió intelectual feminista radical poco frecuente en sus campos enrarecidos. Pero no es necesario saber de semiótica o de otras disciplinas para apreciar este libro.
Los activistas encontrarán un análisis político accesible que se puede aplicar tanto al dinero como a la masculación, a la anorexia, a los armamentos, o a la arquitectura—una teoría con implicaciones, tanto para los sistemas cerrados, como para los sistemas cósmicos.
Los lectores masculinos encontrarán una teoría que no culpa de manera simplista al hombre, y que sin embargo no vacila en examinar detenidamente el patriarcado y en insistir en la responsabilidad moral individual como también en un cambio sistémico.
En general, los lectores pensantes, aburridos tanto de las modas pedantes como de los clichés del parloteo popular, encontrarán en estas páginas un acercamiento que desacomoda alegremente muchos de esos conceptos, como el desconstruccionismo, el posmodernismo, la beneficencia, y la codependencia (para citar solamente algunos).
Como poeta amante del lenguaje, encuentro un verdadero placer en el ingenio y en el juego de palabras (que deberían deleitar a los aficionados de Mary Daly). Aquí hay constructos—como “reciprocidad obligada,” por ejemplo—que se convertirán, anticipo, en frases verbales que marcarán un hito, comparables con los “derechos de reproducción,” “violación por un conocido,” o la memorable “heterosexualidad obligatoria” de Adrienne Rich. Como feminista, me deleito en los “relámpagos de conciencia” que se encuentran por todo el libro—y son tantos que muchas de estas joyas son arrojadas despreocupadamente en notas al pie de página. Como internacionalista estoy agradecida profundamente por la sensibilidad intercultural de Vaughan, quien toma sus ejemplos de todas partes del mundo. Como escritora de ficción, he disfrutado de la evaluación creativa que hace de los cuentos de hadas, los mitos, los arquetipos, y los estereotipos. Como politóloga, admiro su coraje de recuperar los “valores” de la derecha. Como persona interesada en la metafísica, estoy fascinada por las implicaciones del Paradigma del Regalo—desde las últimas investigaciones acerca del lado izquierdo y derecho del cerebro hasta visiones alternativas de la existencia misma. Y como militante política, aprecio y admiro la manera en que la vida de Gen Vaughan es un ejemplo de su teoría hecha práctica; de hecho, ha estado tan ocupada durante tantos años apoyando y participando en la energía global feminista, que le ha sido muy difícil sentarse a terminar este libro.
Ahora su trabajo puede encontrar su público, y deseo que sea muy numeroso. Porque este libro no sólo lo hará pensar, sino que lo persuadirá de que hay esperanza, al hacernos recordar la capacidad humana de transformarse. Y esto lo hará sentirse extrañamente feliz—aun cuando esté rodeada, como usted lo está, por el espíritu intensamente egoísta y letalmente explotador del patriarcado. Le ofrecerá un tercer camino, un pensamiento que desafía el statu quo que plantea alternativas insosteniblemente bifurcadas—egoísmo o desinterés, por ejemplo. Esta posibilidad, a su vez, le hará sentir su propio poder, no poder sobre, sino poder para. Si usted ha sido madre, reconocerá ese poder: el poder de dar—ya sea dar a luz, o la nutrición, o el tiempo, los cuidados y la atención. Si alguna vez ha estado enamorada, reconocerá ese poder de regocijo, abundancia, alegría efusiva (Julieta: “cuanto más te doy, más tengo, porque ambos son infinitos”), la celebración de la cotidianidad milagrosa.
Sin importar como usted se acerque a este libro, encontrará una posibilidad de un self y una sociedad más sabios. La transformación de ambos depende de todos nosotros. Estas páginas son parte de un mapa que se va construyendo en el camino; este libro es una herramienta para la tarea.
Un regalo, por cierto.
Robin Morgan
Gracias
Agradezco a Susan Bright por su comprensión y su edición clarificadora, que han hecho la tarea del lector más fácil como también la mía.
Agradezco a Liliana Wilson por su bello trabajo artístico y por su espíritu, su disposición a dar su tiempo y su creatividad.
Mi gratitud más grande es para Robin Morgan, quien por muchos años me ha animado desde su corazón feminista revolucionario y desinteresado, y que muchas veces ha leído y comentado varias versiones de los manuscritos.
Agradezco especialmente a mis hijas Amelia, Beatrice, y Emma Rossi-Landi, quienes me han escuchado continuamente, y me han animado y apoyado durante todos los años que estuve escribiendo este libro.
Agradezco a mi hermano Ben Vaughan; él me ha dado mucho apoyo material, y sin conocer para nada mis ideas acerca del tema nos proporciona un maravilloso ejemplo de padre que brinda cuidados a sus hijos.
Agradezco a mis padres y a mis abuelos que me proveyeron de los recursos del intercambio que pude usar para dar.
Agradezco a todas las mujeres de la Fundación para una Sociedad Compasiva y de las Feministas para una Sociedad Compasiva que han tenido que tolerarme mientras escribía mi libro. Agradezco su hermandad femenina y su apoyo. También les agradezco por su compromiso por paz para todos a través de los valores de mujeres, y por su liderazgo inspirado en el feminismo. Agradazco a San Juanita Alcala, Yana Bland, Rose Corrales, Patricia Cuney, Barbara Franco, Sally Jaques, María Limon, Sue Mc Nichol, Maha Nour, Shamaan Ochaum, Aina Olomo, Erin Rogers, Ángeles Romero, Susan Lee Solar, Freida Werden, Debbie Wiegarten y Ruthe Winegarten por hacer las correcciones al texto y por las sugerencias y revisiones del manuscrito. Algunas personas leyeron y comentaron versiones iniciales del libro, entre ellas: Letitia Blalock, Cam Magor y Dolly Mathis, por lo que les agradezco. Agradezco a Margaret Nunley por darme tiempo libre para escribir. Le estoy especialmente agradecida al Plain View Press por su compromiso con el feminismo y por su organización innovadora. Margo La Gattuta valientemente administró la inmensa tarea de la edición técnica, por lo que le agradezco. También agradezco a Terry Sherrell de Morgan Printing por sus expertas correcciones. Valoro a todas las personas que están tratando de lograr un mundo mejor a través de regalar tiempo, ideas, dinero imaginación, buena voluntad, y un duro trabajo, porque ellas harán posible un cambio de paradigma. Especialmente valoro al lector por abrir su mente a este libro y por usar sus contenidos. Sin su atención, el regalo continuaría sin darse.
* * * * * *
He sido muy afortunada en las cosas que la vida me ha llevado a hacer. Por ejemplo, en 1963 me casé con un profesor de filosofía italiano. Me mudé a Italia y ahí pude participar de varios movimientos intelectuales. En 1964 un grupo de profesores de Boloña que querían iniciar una publicación filosófica solicitaron a mi esposo que aplicara el análisis de Marx sobre la mercancía y el dinero al lenguaje. El problema y la forma en que comenzó me fascinaron. Empecé a pensar sobre ello y no he dejado de hacerlo desde entonces. Aunque la publicación no llegó a concretarse, mi ex esposo escribió sobre las relaciones entre lenguaje e intercambio. No estaba de acuerdo con él pero me llevó mucho tiempo comprender el porqué. Por fin, pasé dos años en Estados Unidos en 1975-76 y pude dedicarme a pensar el problema. En 1977-1978 escribí un par de ensayos académicos que fueron publicados en los 80. Figuran citados en la bibliografía, e invito al lector que tiene inclinación por lo académico a que los lea. Pude ocuparme allí de algunos temas con más profundidad que en este libro. Por ejemplo, en "Saussure y Vigotsky vía Marx" discuto el concepto de Saussure de valor lingüístico en relación a la analogía que hace con el intercambio, corrigiendo las diferencias que Marx vería en su idea de valor de intercambio. En "Comunicación e intercambio" introduzco la idea de necesidad comunicativa, e identifico al intercambio como comunicación aberrante, y analizo el dinero como lenguaje de ‘una sola palabra.’ En 1978 me divorcié y comencé a asistir a un grupo de toma de conciencia feminista. Muchas de las mujeres trabajaban en la Organización de Alimento y Agricultura de las Naciones Unidas (F.A.O.), cuya sede quedaba cerca de mi casa, en Roma. Venían mujeres de muchos lados a hablarnos de temas que abarcaban desde las protestas en Greenham Commons hasta los ‘bebés gelatina,’ afectados por la radioactividad en las islas del Pacífico. Mujeres y desarrollo eran cuestiones que también estaban en la primera línea de análisis. Muchas integrantes del grupo asistieron a la Conferencia de la Década para Mujeres de las Naciones Unidas en Copenhague, y cuando volvieron nos contaron lo que había ocurrido.
En aquel momento se estaba dando una interesante discusión filosófica en el Movimiento Feminista Italiano. Participé de algunos cursos en el Centro Cultural Virginia Woolf, una universidad independiente de mujeres iniciada por la filósofa feminista Alessandra Bochetti. Fue durante esa época que comencé a darme cuenta de que el trabajo gratuito de la mujer en el hogar era el gran elemento invisible que podría ser la base para una nueva filosofía. Había estado dando muchos regalos en mi propia vida, criando a mis hijas y como esposa. Comencé a ver que mis valores y los de la mayoría de las mujeres diferían de los valores y prioridades de la mayor parte de los hombres que había conocido, ya fueran académicos o burócratas, obreros o activistas. Se me ocurrió que la labor gratuita de las mujeres podría entenderse como la base económica para una superestructura alternativa, un sistema de ideas y valores diferentes a los valores e ideas patriarcales predominantes.
En 1983 volví a Estados Unidos para intentar poner en práctica los valores del regalar en ámbitos fuera del hogar. El último capítulo trata sobre ese intento, que continúa aún. Esta práctica, que estaba relacionada con mi situación, no me dejaba mucho espacio para hacer el trabajo teórico. (La práctica del regalar llega a consumir gran cantidad de tiempo, como lo hace la actividad de maternaje). Participé en muchos movimientos de mujeres y discutía la idea de la ‘economía del regalo’ con todas. Una de ellas, Sonia Johnson, lo usó en su libro Wildfire, citándome. Creo que su tratamiento del tema quedó encerrado en medio de las contradicciones entre el ego y el otro, y no podía conducir hacia el tipo de cambio social en todo lo que yo considero que es necesario. Creo que comencé a trabajar en este libro en 1988; por supuesto, no a tiempo completo, y sin las ventajas o desventajas de lo académico. Se hizo muy largo y luego muy corto. El archivo que guarda esta versión figura como ‘libro corto.’ He tratado de incluir la mayor parte de las ideas en el texto y en las notas al pie, pero muchas tuvieron que ser dejadas de lado.
Durante el tiempo que vivimos en Italia percibimos las corrientes que provenían de Francia, donde muchos pensadores se ocupaban de temas como comunicación, economía, semiótica y psicoanálisis. La escuela de Jacques Lacan había abierto el camino, y antropólogos como Claude Lévi-Strauss y Maurice Godelier ampliaron las investigaciones iniciadas por Marcel Mauss y Émile Durkheim. Georges Bataille, Michel Foucault y Jacques Derrida investigaban el lenguaje, la cultura y el inconsciente. El más interesante de esos pensadores, en mi opinión, era Jean Joseph Goux, quien aplicó el análisis marxista de la mercancía y el dinero a varias estructuras sociales. (Entre otras razones porque mi entendimiento de Marx era diferente). Las pensadoras feministas Luce Irigaray y Julia Kristeva lidiaban con el difícil contexto patriarcal en el que debían operar, y a veces llegaban a Italia para buscar apoyo entre las filósofas italianas. El Instituto de Verano de Semiótica, en Urbino, funcionaba como un excelente caldo de cultivo intelectual. Allí muchos de los especialistas en semiótica franceses e italianos, y (en aquellos tiempos) los ante-posmodernistas, como también algunos de Estados Unidos y de Europa del Este, se reunían para presentar sus teorías a los fieles. Ahí pude escuchar a Jean Baudrillard y a Jean-Francois Lyotard, y también a Umberto Eco, Massimo Bonfantini, Augusto Ponzio, Luis Prieto, mi ex marido Ferruccio Rossi-Landi y a muchos otros. Para el último Instituto de Verano al que asistí escribí un ensayo sobre el cuidado y la comunicación, pero como no hice los trámites burocráticos para ser incluida en la lista, se lo presenté sólo a un pequeño grupo que se reunió con ese propósito. También pertenecí al Centro Romano de Semiótica y asistí a muchas presentaciones y charlas de conferencistas locales e internacionales.
Cuando me mudé nuevamente a Estados Unidos en 1983 me encontré con el libro de Lewis Hydes El regalo, la imaginación y la vida erótica de la propiedad. Si bien era alentador ver una descripción honrosa del regalar, pensé que la falta de una teoría sobre el lenguaje como un dar regalos limitaba el alcance del libro a la crítica literaria (que, de todas maneras, se ocupó demasiado de los desvaríos antisemitas de Ezra Pound). Ya había leído en la universidad el libro de Bronislaw Malinowsky Argonautas del Pacífico Occidental,ymás tarde el Ensayo sobre el don,deMarcel Mauss. En estos libros leí sobreel potlach practicado porlas tribus nativas del noroeste del Pacífico, de Estados Unidos, y desde entonces he discutido estas donaciones no sólo con antropólogos sino con gente para la que constituyen un modo tradicional de economía. Libros como el de Jean Baker Miller—Hacia una nueva psicología de mujeres—, el deNancy Chodorow—La reproducción del maternaje—, el de Carol Gilligan—En una voz diferente—, y más tarde el de Sara Ruddick—Pensamiento maternal me mostraron como las mujeres en Estados Unidos se estaban ocupando de sus diferencias con el patriarcado. Ya en Italia había habido un movimiento grande entre las feministas que se ocupaban de la diferencia sexual de una manera positiva.
La crítica posmoderna del ‘faloegocentrismo’ suscita muchos temas importantes. No obstante, creo que el reconocimiento de la importancia fundamental del regalar puede ser un antídoto al faloegocentrismo en un plano de realidad (con repercusiones importantes en el plano psicológico y el verbal). Espero que mi uso del modelo del experimento de Vigotsky en la formación de conceptos pueda aclarar como llega a existir el patriarcado, como los hombres son ‘logoficados’ y las mujeres ‘reificadas.’ La ventaja del modelo de Vigotsky es que presenta la formación de conceptos como un proceso dinámico con etapas, y no es un cuadro estático de semejanzas y diferencias. Transfiere al plano de la psicología cognitiva una temática que ha sido importante para la filosofía desde el problema uno-muchos de Aristóteles hasta las preguntas de Derrida acerca de la ejemplaridad. Veo este problema como un síntoma de siglos de concepciones patriarcales incorrectas.
Vigotsky creía que los niños solo podían formar conceptos en la pubertad. Si la estructura del concepto plantea un enigma a la sociedad, como propongo, altera el contexto en el que nacen niños de ambos géneros, haciendo que les sea difícil a los niños comprender sus propios procesos cognitivos, por lo menos hasta que los ejerciten a otro nivel en la pubertad. Esta consideración me lleva a una teoría del conocimiento que solo mencionaré, y que llamaré Nel blu dipinto di blu (‘En lo azul, pintado de azul’) de la canción Volare de Domenico Modugno. Creo que cuando estamos haciendo algo en nuestras vidas es más probable que veamos cosas semejantes en el mundo que nos rodea. Por ejemplo, fue durante el auge del capitalismo de la ‘supervivencia del más apto’ que se desarrolló la teoría evolucionista de la ‘supervivencia del más apto.’ Con esto no quiero insinuar que no sea ‘verdad,’ sólo que tal vez no hubiese sido visto para nada si la gente no hubiera estado actuando de una manera similar en un nivel diferente. Quizá ha sido importante en filosofía porque los hombres han estado encarnando la relación uno-muchos en su vida y luego la proyectan en la sociedad. Vigotsky no hubiera estado menos libre de esto que cualquier otro. Además, por varias razones ligadas a la práctica del intercambio, que discuto en este libro, tampoco estamos reconociendo el regalar que muchos de nosotros ya practicamos. Espero que este libro permita que hombres y mujeres no sólo practiquen el dar regalos sino también que vean que ya lo están haciendo en gran medida. Espero que reconozcan que ya están ‘pintados de azul’ y vean el azul del cielo que los rodea.
Creo que mucho del antiautoritarismo de mujeres y hombres puede entenderse como una actitud antipatriarcal correcta. El deseo de poner el corazón por encima de la cabeza o la emoción por encima de la razón es una especie de traducción de la necesidad de poner el paradigma del regalo por encima del paradigma del intercambio. Deberíamos hacerlo no sólo por razones sentimentales (que también tienen que ver con el dar regalos), sino por razones prácticas que tienen que ver con la supervivencia de la vida sobre el planeta. He escrito Per-donar para comprender al patriarcado, para que nosotros, mujeres y hombres, podamos hacer los cambios profundos y de largo alcance necesarios.
Mientras escribía el libro, en cierto punto pensé si no se me acusaría de envidia del pene y de una actitud castradora. Sin embargo, la Diosa quiso que justo en ese momento recibiera una llamada de una amiga de Alemania que me habló de las mujeres en la ex Yugoslavia, y una llamada local de una amiga que es hija de una violación, que estaba trabajando sobre esa problemática. En Bosnia, dijeron, nacieron 18.000 mil bebés como producto de violaciones; muchos de ellos fueron abandonados. ¡Qué historias horrorosas! Después de colgar, al retomar la escritura lloré y grité por la pena, la frustración y la rabia. Dijeron que, a veces, a los hombres se los había forzado a violar para permanecer en el ejército. Violaron y mataron a las madres delante de las hijas, que también fueron violadas. Se extirpaban los bebés del vientre materno y se ponían fetos de perras en su lugar. Podríamos alegar que esto sucedió sólo en la ex Yugoslavia y ubicarlo en un contexto que no pertenece a Estados Unidos, pero he escuchado muchas historias similares de diferentes partes del mundo. Y en 1991, cuando Estados Unidos inició la guerra contra Irak recibimos información de que en los campamentos de la Infantería de Marina los hombres cantaban este estribillo: “Violen a las mujeres, maten a los niños, es lo único que se puede hacer....” Lo siento, hermanos míos. Aquellos de ustedes que desertarían y arriesgarían la muerte para evitar esto… quizá no se aplique a ustedes. Deseo que por el bien de todos nosotros no sea así. Pero ¿se dan cuenta de cuánto dolor e inconmensurable horror provoca este ‘viaje’ de ustedes, o de ellos? Dejen que los hombres que leen esto aprendan a dar dándome la libertad de acción de seguir adelante y contar las cosas como son. Si me ignoran están favoreciendo ese comportamiento. Y lo mismo para ustedes, madres que quieren proteger a sus hijos de recibir un golpe a su autoestima. Protejan a sus hijos no de mí, de la verdad, sino de la sociedad que los convierte en vampiros y devoradores de muertos, y a su instrumento de amor en un instrumento de odio. Protéjanlos de las imágenes fálicas y de las resonancias que las convalidan desde la sociedad en su conjunto, que llevan a pensar que soy ‘poco realista’ y que hacen que les permitan ingresar al ejército o convertirse en fabricantes de armas o explotadores o capitalistas. Todos los violadores y los torturadores tenían madre. ¿Qué puedo decir? ¿Que lo siento, porque veo esto con tanta claridad? Lo siento por todos nosotras. Pero si lo vemos podemos detenerlo. Cualquier cosa que podamos hacer para cambiar la situación vale la pena ser considerada. Por favor, lea este libro sabiendo que ésa es su intención.
Disculpas
Pido que se me per-done por el largo tiempo que me insumió sacar estas ideas a la luz. Traté de hacerlo antes, pero no lo logré.
Pido per-dón por todo aquello que pueda ser inadecuado o impreciso en este libro. Como defensa sólo puedo ofrecer esta consideración: que una vez que se deja de tomar seriamente a los proveedores del paradigma dominante, es muy difícil recordar con exactitud lo que dicen.
Pido per-dón a aquellas amigas que se sorprendan por mis ideas. Un paradigma está todo conectado y necesita ser explicado de una sola vez. A pesar de que he expresado mis opiniones, a menudo me he encontrado con una falta de comprensión, porque el contexto más amplio de opiniones es invisible. Por esa razón no siempre expuse mi punto de vista (pero sí traté de practicarlo).
Querido lector, si mi análisis en contra del patriarcado le hace sentirse incómodo, quiero poner en claro que creo que toda forma de vida es sagrada y milagrosa, y eso significa que su vida también lo es. El problema es una lógica y un sistema, un paradigma de dominio que se auto-confirma, y un paradigma dominante; no el hombre o la mujer individual. Escuchen la explicación de William Blake en su poema ‘Londres’ en Cantos de experiencia:
En el sollozo de cada Hombre,
En el grito de miedo de cada Infante,
En cada voz: en cada prohibición,
Escucho las esposas que forjan la mente.
Creo que las esposas no sólo se forjan en la mente, sino también en lo material, a través de un bucle retroalimentador. Tal vez no podamos romper las esposas, porque eso requeriría la violencia que confirma la dominación patriarcal. Sin embargo, podríamos abrirlas. En este libro trato de encontrar una llave tan pequeña que pueda calzar dentro de la mente. Por favor tómela y úsela
“El lenguaje es tan viejo como la conciencia, el lenguaje es conciencia práctica que existe para otros hombres también (sic) y tan sólo por esa razón realmente existe para mí personalmente también...”
Karl Marx
“¿A quién sirve el Grial?”
La Folie Perceval, 1330 A.D.
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