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Theory
of The Gift Economy


Para-Donar

Introducción
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23



Practice

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Para Donar
Genevieve Vaughan

Capítulo 12

Dándole valor al intercambio 

Dándole al mercado

El intercambio en sí mismo no otorga valor, aunque parece hacerlo a través del proceso de la definición monetaria—al incluir algo en la categoría de las cosas que pueden ser cambiadas por dinero. Cualquier cosa que sea incluida en esa categoría  actualmente recibe el valor que se le otorga a esta cosa y tambien  a la categoría  como totalidad desde afuera. No sólo se le atribuye valor a las cosas en esa categoría porque hay personas que las quieren comprar,  quienes luego ceden su dinero para poder recibirlas, pero sino  porque  todos le dan valor al proceso como una totalidad (como lo hacen al proceso de masculación)

Y a aquella parte de esta totalidad  que es la categoria de los productos en el mercado como también a todas las complejidades del capitalismo construídas sobre esta.

En el regalar, el valor pasa  transitivamente  del que da al que recibe; en el intercambio el valor del regalo no pasa al otro, porque la satisfacción de la necesidad  regresa a cada uno de los que intercambian.  La implicación del intercambio no es que lo importante es el que recibe los productos o sus necesidades, sino el que inicia el intercambio y sus necesidades. El dinero que se le da al que vende permite que el producto que tiene ese valor de intercambio regrese al comprador—que antes era vendedor y por lo tanto merece la devolución. Si el comprador no recibe ‘lo que vale su dinero,’ más valor pasa al vendedor—lo que sería parte de la motivación del engaño.

Al comprar para poder vender  se intenta  incrementar el valor que se le da a un producto por los otros, y en consecuencia la cantidad de dinero que se entegará  para adquirirlo. Es de esperar, por ejemplo, que a un producto que es transportado a otro lugar se le atribuya un valor mayor por otros. Su rareza  puede incluso convertirlo en prototipo o muestra, y como tal ser muy deseable. El comercio se vuelve posible porque los productos pueden ser colocados de modo que se les da características de disponibilidad, durabilidad, conveniencia, etc.—y de esta manera los otros  les conferirán mayor valor desde afuera. Ante la amenaza de no poder satisfacer sus necesidades la gente les otorga más valor a los productos. La escasez sirve para incrementar la atribución de valor y a menudo es creada para lograr ese propósito. El ‘incremento de la demanda’ es un eufemismo para nombrar la creación de la escasez.

La rareza de un producto pareciera incrementar el valor de su propietario—y el comprador paga por eso, repitiendo el patrón. Muchos productos poseen un valor como ‘marca’ en tanto status (masculado), que incrementa el valor que el comprador se da a si a través del intercambio. Todas estas atribuciones de valor influyen en las prioridades y decisiones ‘marginales’ de los compradores. Sus atribuciones de valor parecen manifestarse en sus selecciones, las que luego son interpretadas por los economistas en termino de sus propio interes. Desde luego estas seleccioness se dan dentro de los parámetros del intercambio tomando al mercado como algo ‘dado.’

Los productos están disponibles para recibir el valor desde afuera al estar en la categoría de las cosas intercambiables. A los productos que están en el mercado se les da más valor que a aquellos que abundan y son muy necesarios, como el agua y el aire, o cosas que no se pueden vender, porque están quebradas, son defectuosas o son demasiado abundantes. Estar en el mercado pone de manifiesto el valor que los productos ya tienen, un valor que les ha sido dado por otros en el pasado que a menudo se calcula y expresa como costos de producción. El mercado coloca cosas—y personas—en una posición descontextualizada  y donde es “revelado “su valor por la sustitución, y donde se les da valor por contraste con lo que no tiene ningún valor de intercambio. Llevar algo al mercado es similar a poner atención a algo acerca del cual nos comunicaremos—respecto al cual alteraremos nuestras relaciones humanas—apreciando su valor y atribuyéndole valor. La semiotización se repite en cámara lenta  en el plano material.

En el mercado alteramos nuestras relaciones mutuamente exclusivas de propiedad, con respecto a un producto particular, al transferir el producto a su nuevo dueño mientras que mantenemos su valor en forma de dinero. En el lenguaje alteramos nuetras relaciones mutuamente inclusivas  con respecto a las cosas a las que ponemos atencion creándo una experiencia compartida y un terreno común sobre la base de regalos sustitutivos  compartidos. Al alterar nuestras relaciones humanas mutuas de una manera consistente y coordinada con respecto a algo, revela y utiliza su relación general con el grupo. Y viceversa, usamos su relación general con el grupo para incluirno a nosotros mismos, alterando nuestras relaciones con esto en el momento,  al hacerlas específicas.

En el mercado trasladamos físicamente las cosas a un lugar, por ejemplo, una tienda, donde serán categorizadas como valiosas para el intercambio  y renunciadas es decir para el proceso humano relacional de  comunicación material (distorsionada). En el discurso, a menudo, alteramos nuestras relaciones con las cosas usando las palabras a las cuales  especificamente ceden y dan valor mostrando que esas cosas ya son valiosas al proceso humano relacional de comunicación lingüística, y por lo tanto a los comunicadores. En el intercambio, el producto entra en una categoría ‘valuable’ cuando se relaciona con el dinero. En el lenguaje, primero una cosa se hace valiosa en la cultura, lo que da paso a la semiotización. Esa cosa está socialmente relacionada a otras cosas del mismo tipo (y a una palabra como su nombre) y es capaz de estar relacionada explícitamente con las palabras de los comunicadores presentes. Su categorización es parte de su relación con los muchos, igual que la categorización de un producto en el mercado como un valor de intercambio. El valor es apreciado y atribuido a los productos o a las cosas relativas a los nombres por el que intercambia o por el interlocutor presente. El primer caso provee la categoría de valor de intercambio, el segundo provee el valor cultural o semántico de cada categoría diferente.

La atribución de valor a una categoría o al mercado es similar a la atribución de valor a las jerarquías con sus diferentes niveles (por ejemplo, desde afuera atribuimos valor al cuerpo militar  como un todo). Las jerarquías transfieren valores y productos hacia arriba. Son hilos verticales de definiciones masculantes. Los muchos dan hacia arriba a ambos: a las   categorías privilegiadas y a sus muestras privilegiadas, los ‘unos.’ Las estructuras de intercambio y de jerarquía  a menudo se combinan (por ejemplo, en el cuerpo militar o en la iglesia) y los que están dentro de la categoría  valorada  son mantenidos por  los que están fuera de ella (por ejemplo a través de impuestos o de diezmos). Una estructura jerárquica canaliza las órdenes hacia abajo y canaliza la obediencia y servicios de los muchos hacia arriba, hacia los niveles siempre mas altos de los “unos”.

El valor de los productos particulares se revela por  su posición dentro de la totalidad de los bienes en el mercado, y se le da valor a la totalidad, desde afuera, por el trabajo gratis y otras prácticas de regalo. El valor es atribuido libremente al mercado porque en la escasez el mercado parece ser la fuente de todos los bienes; la sobrevivencia depende de éste. Otras posibilidades de sobrevivencia son pocas. Escarbar la basura y pedir limosna son alternativas que son vistas como maneras de sobrevivir sin ningún valor social, y las llamadas ‘comunidades autosuficientes’ son desarrollos elativamente nuevos y aislados. Asi, el valor en el mercado se convierte en la muestra del concepto de todo valor.

El valor es dado al mercado  desde afuera por todos,pero a menudo es apreciado como viniendo  del intercambio y del mercado en sí o de los productos en sí. El fetichismo de las mercancías viene de la negación y de la anulación del valor atribuido por el regalo. Cualquier valor que no es ‘merecido’ en el ambito  del mercado es considerado un engaño, porque el regalar no es considerado como contribuyendo a la totalidad. Si obtenemos algo gratis o pagamos menos que su precio de mercado, parece como que no ha habido una contribución original al mercado desde nuestra producción que corresponda a nuestro consumo. Nos parecería injusto recibir ‘algo por nada.’ Pero esta cuestión está fuera de lugar completamente, porque a menudo hemos contribuido a los otros y aun al mercado en sí, a través de los cuidados que hemos brindado y a traves del plustrabajo  que crea ganancias, como también a través de darle crédito al mercado como sistema, y a todos los productos, los politicos e ideas  despreciables y destructivas que lo convalidan. De  hecho  todos dan enormes contribuciones al mercado pero no son reconocidas.

Si yo compro un juguete inútil, comida chatarra, o una crema para la cara, que están en el mercado y han sido publicitados, le estoy dando un valor extra, no sólo a los productores y a los vendedores del producto sino también al proceso del mercado, pues sin éste yo no lo habría comprado. La publicidad provoca sin fin el regalo gratis de nuestra atención. Nuestras mentes, corazones y casas están llenas de productos provenientes del mercado o destinados a este, como también lo es una gran parte de  nuestro tiempo. El recipiente central de nuestra atención durante casi toda  nuestra  vida es el mercado y las diferentes variaciones de nuestra participación en él.

Dando valor

El valor es un lado de la oposición binaria con lo que no es valorizado. Es el portal  que nos lleva hacia otros seres humanos, porque nos relacionamos unos con los otros más fuertemente  con respecto a lo que es valorizado, que con lo que no es valorizado. Es probable que comencemos a crear un concepto  acerca de las cosas que son valorizadas. Existe también  un valor negativo al que le podemos prestar atención y tendríamos que dar muchos regalos para contrarrestar sus efectos. Satisfacer las necesidades de otro da valor transitivamente a este.

Debido a que  en el intercambio la satisfacción de las necesidades del otro es solo un medio para procurar la satisfacción de las necesidades propias, este cancela el regalo y crea  un equilibrio de modo que ni el regalo ni el valor pasan transitivamente a la otra persona. La estímulacion de más necesidades, para incrementar la producción, es aún menos compasiva que el equilibrio, porque crea más necesidades que no se pueden satisfacer.

La oferta y la  demanda en equilibrio son similares a la pregunta y la respuesta. La demanda efectiva es la expresión de una  necesidad (la pregunta explícita o el deseo) a través del dinero. La producción es la respuesta ‘correcta.’ Pero su interacción es una imitación y transposición, una parodia del dar y recibir que sí hacen honor directamente a las necesidades. Se crea un circuito simétrico cerrado, en el que cada persona egocéntrica y autovalorizada quien da solamente para recibir es igual a todos quellos que hacen lo mismo, y piensa que la cualidad común y valuable del ser humano está en esa igualdad.  El equilibrio del mercado es una proyección del circuito simétrico del intercambio. El regalar y las necesidades que satiface, y también las necesidades que permanecen ‘inefectivas’ e insatisfechas, están fuera de este circuito al mismo tiempo que el regalar lo  alimenta y fluye hacia este circuito.

Jerarquías y comunidades provisionales

La modalidad mutuamente independiente e indiferente del intercambio impone una estructura característica a través de la cual nos comunicamos materialmente de una manera distorsionada para convertirnos en una comunidad. Es la estructura jerárquica  del concepto traspuesta de dominio (control forzado) y sustitución, que es encarnada como las necesidades de las personas en la posiciones privilegiadas del uno, que son satisfechas por otros—los muchos—que son mantenidos en posiciones de regalar (así la atribución de valor va hacia arriba). (Vea la Figura 16.) Estos muchos merecedores son aquellos a los que se les paga para crear capital a través del plus-trabajo, o para servir a sus muestras privilegiadas de muchas maneras, proveyendoles  con los premios que son al menos en parte  el motivo para la acumulación de su capital.

En el intercambio, no damos valor a la necesidad o a la persona que la tiene, pero al producto que podría satisfacer la necesidad,  como miembro y porcentaje de la categoría de cosas en el intercambio.  El calculo del precio del producto en términos de dinero y el calculo instrumental de la necesidad de ese  producto por parte de aquellos que tienen el dinero para comprarlo, capturan  nuestra atención  y nuestra producción, dejándonos poca energía para satisfacer las necesidades de  otros merecedores, y ni hablar de quienes no son lmerecedores. Los vínculos de la comunidad se marchitan y se pierden. Comparadas con lo que podrían ser, nuestras comunidades  en su totalidad son desgraciadamente ‘carentes.’

Este vacío humano es llenado de diferentes maneras: con más del mismo comportamiento jerarquizado  en la ‘ley y el orden,’ pero tambien a traves  de gran cantidad de regalar no reconocidos. Existen actividades voluntarias realizadas con el único fin de crear vínculos,  así muchos vínculos comunitarios son creados y reviven entre personas que de otro modo serían  indiferentes o extraños. Muchos autores han llevado a cabo diferentes trabajos acerca de los regalos de Navidad y de cumpleaños, una actividad realizada en gran parte por mujeres.  El trabajo voluntario, las organizaciones sin fines de lucro, las organizaciones de beneficencia, atentan  curar las heridas y saldar las brechas que la economía de circuito cerrado orientada por el ego crea continuamente.  Las organizaciones religiosas fomentan o requieren de  dar gratis  mucho dinero y tiempo,  y de esa manera le dan valor a su propia necesidad de propagarse. Se crea un sentido de comunidad entre sus miembros, porque todos están dando en vez de intercambiar y le están dando a la misma necesidad predominante dentro de la organización. La lealtad  y la obediencia son explícitamente dadas  a las  prioridades, interpretaciones  y reglas de esas organizaciones. Así, cada ego basado en el intercambio y la masculación encuentra que puede compartir creencias comunes con otros más allá de su propio egotismo.

El uso del alcohol y otras drogas, para estimular feromonas y liberar inhibiciones.

Hace la formación de vínculos mas inmediata . La ingestión de alcohol socialmente quizás reemplaza el darse leche los unos a los otros, i.e. ¡ser madre entre sí! o por lo menos ser nutridos conjuntamente—a pesar de la mística machista del alcohol. De hecho, el emborracharse a menudo estimula los comportamientos masculados de dominio, como el ser muy ruidosos o la hiperactividad y la violencia física. Los alcohólicos requieren cuidados especiales de parte de los otros, esto hace aparecer que asumen una posición jerárquica superior con respecto a los que los ‘sirven.’ Los grupos como Alcohólicos Anónimos crean una comunidad basada en el servir las necesidades de apoyo de cada uno de ellos para resolver el  problema común. Esta comunidad que se crea reemplaza los vínculos que se formaban cuando tomaban alcohol juntos que ha reemplazado los vínculos dificultados por la economía del intercambio. Las actitudes de desprendimiento y confianza en un poder superior constituyen una alternativa de curación a la actitud masculada de dominio sobre los otros.

Las actividades deportivas nos proporcionan la experiencia compartida (y a menudo indirecta) de intentar lograr metas comunes a través de competencias masculadas de duración relativamente corta.  Tal vez es el compartir la experiencia y sus prioridades como valiosas lo que nos permite comunicarnos con éxito, creando vinculos con respecto a su exclusion o inclusion en la categoría de ganadores. Estas instituciones sociales, estos hábitos y muchos otros, responden a una necesidad de comunidad creada por la  vía economía basada en el intercambio y en la manipulación egotística de las necesidades de los otros, que crea  el aislamiento de cada  ego individual. Las respuestas de las organizaciones de voluntariado, autoayuda y organizaciones comunitarias son, a su modo, regalos a nivel grupal. Tienen exito creando comunidad a través de los regalos. Muchas mujeres se alinean con en estas organizaciones porque les dan un espacio social y un campo de acción más amplio a los cuidados de los otros que ya están dando en sus casas. (A las mujeresque aún son socializadas hacia el  regalar, se les crea una contradicción y tensión interna entre la orientación hacia sí misma y hacia los otros, y los paradigmas de intercambio y de regalo.)

Las organizaciones e instituciones comunitarias en sí mismas,  permanecen  híbridas entre el dar y el intercambiar y a menudo sirven para mantener el status quo del paradigma del intercambio,  al satisfacer las necesidades de comunidad creadas por este. Un efecto positivo de estas organizaciones es que posibilitan un espacio fuera de la familia para que se practique el paradigma del regalo. Sin embargo, el regalar que ocurre está muchas veces  al servicio de la ideología patriarcal o es asimilado dentro de un  contexto de intercambio. La crítica reciente que equipara la orientación hacia el otro con la co-dependencia, toma al individuo aislado como la norma, y al que se preocupa por el otro como una aberración desacreditando el regalar mismo, que es la causa de la curación. Desde luego, debemos saber cuándo no dar cuidado cuándo nosotras o las otras personas, necesitamos ser independientes. Esto es, en sí mismo, un regalo necesario. La economía del intercambio requiere de individuos aislados, comportamiento de “uno” privilegiado y de “muchos” merecedores sirviendo a aquéllos. Es esta vía  economica  la responsable y no la orientación hacia el otro.

Me parece que el movimiento radical para el cambio social que está ocurriendo en Estados Unidos y en el mundo entero, combina un numero de ventajas de estos esfuerzos, mientras que se aborda a la sociedad misma desde un punto de vista más amplio, tratando de cambiar el sistema—sea éste entendido como patriarcado capitalista, racismo organizado, o como tiranía fascista. Muchas actividades comunes y voluntarias son hechas por  los movimientos feministas, étnicos, pacifistas y medio-ambientales. Se va creando una comunidad continua. A pesar de que parece haber conciencia entre los activistas de Estados Unidos de que ‘todos los asuntos están relacionados,’ el paradigma del intercambio no ha sido considerado negativo, y todavía ocurren muchos comportamientos masculados de tipo ‘uno privilegiado.’

Los principios de intercambio de equilibrio y de igualdad todavía son adoptados por el movimiento de cambio social, aunque algunos intentos se están haciendo para celebrar la diversidad y honrar a la Madre. El usar los principios del intercambio como ultima corte de apelaciones  infecta nuevamente al movimiento con algunos de los valores del mismo sistema que intentamos cambiar. Esto debilita y hace que sean mas superficiales las alternativas propuestas tales como el uso del trueque sin dinero en lugar del sistema presente de intercambio por dinero. Tales intentos no pueden resolver los problemas. Podrían, quizás proveer algunos momentos de transición hacia una economía del regalo, pero solamente si claramente no se los toma  en sí como una  solución final. Por otro lado, estos principios de igualdad y equilibrio pueden causar  que repitamos el paradigma del intercambio al exigir represalia, pago, y castigo por las graves fechorías que se han cometido. Estos valores  reconfirman los principios del sistema que causó las errores. Por esto y a pesar de que tengan buenas intenciones,  solo reforman el sistema localmente  y a corto plazo, sin producir un cambio radical.

Dando los dadores

El valor puede propagar autosemejanzas, en un meta nivel, como el regalo de dar el dar. Mencionamos anteriormente que el antropólogo francés, Levi-Strauss argumentaba que un ‘intercambio de mujeres’ entre los hombres de grupos de parentesco diferente, creaba vínculos entre ellos y funcionaba como un intercambio de mercancías, pero lo que Levi-Strauss no comprendió es que el ‘dar’ las mujeres es actualmente un meta regalo-de los dadores La necesidad para los dadores existe en toda sociedad, y el regalo del dador es aquel regalo que, como el cuerno de la abundancia, puede potencialmente satisfacer todas las necesidades. Las mujeres son las portadoras de la co-municación material, y como tales, son las que crean los vínculos donde quiera que estén—ya sea que estén sujetas o no como mercancías en el ‘intercambio,’ o sean dadas como regalos, o decidan ellas acerca de su propio destino. A menudo las mujeres no reconocen su contribución ni se atribuyen el meta regalo de valor ni tampoco reconocen, ni ellas ni los hombres masculados, conscientemente a la madre como origen del regalar, o el paradigma del regalo como un Camino viable.

Desde un punto de vista feminista (‘ginofilo’), podemos ver al valor como un dar el dar, que en el valor de intercambio es forzado  a volver sobre sus pasos y cancelarse a sí mismo. Mientras que originalmente había un una oposición binaria entre lo valioso y lo no valioso, basada en el dar orientado hacia el otro, el intercambio es una clase diferente del dar que no es para los otros como su destinación final . El valor del intercambio crea una nueva categoría contraria al dar (el dar de no dar), que lleva consigo un valor opuesto al dar que es diferente al sin valor. El valor en el intercambio constituye un tercer opuesto, ya no hay una polaridad binaria sino tri-polar, una oposición de tres puntas, que consiste en: valor, sin valor y valor de intercambio.

El cuadro de tres puntas es alterado pronto por la adición de una cuarta punta: el valor de uso. Entonces,  el regalo de valor es dado al intercambio y al valor de uso, cancelando así el  regalar (Vea la Figura 17.) Erróneamente atribuimos el regalar al intercambio, al mercado, y consideramos sin valor lo que no tiene un valor de intercambio, o no ha pasado por el proceso de intercambio. El valor de intercambio se convierte en la muestra del concepto de valor. El intercambio asume el lugar del regalar. Colectiva e individualmente le damos demasiada importancia, mientras le negamos cualquier  importancia al regalar. No estamos conscientes del regalar que estamos haciendo. No le damos ningún valor.

 Al darle valor al intercambio le damos valor al ideal ‘muestra’ del hombre masculado capitalista exitoso, como figura opuesta a la madre. El regalo del valor y de la que da (la madre) están aprisionados en el  valor del intercambio,  al darle valor a su opuesto y al no dar. (Y muchas madres e hijas son literalmente prisioneras de sus maridos, padres, hermanos, hijos, etc.) El dar de dar no es usualmente evidente como tal, también porque la visibilidad está conectada con el lenguaje y con la característica  de la sustitución, que es parte del proceso de intercambio. Si el intercambio decreciera (o si comenzamos a pensar por fuera de la oposición binaria), podríamos apreciar el valor de dar el dar, y la necesidad de hacer esto que depende de una situación social muy amplia y compleja y no sólo del merecimiento que parece nacer de la autosemejanza y de la participación en el proceso de intercambio.

Para-donar

Permitir que el dinero (como una palabra) ocupe el lugar de un producto (o de una cosa) dice acerca  del producto: ‘Aquí  hay un regalo,  que satisface una neesidad’ Puesto que el dinero-palabra es actualmente transferido como una propiedad de una persona a otra, entra en la lógica de la anti-comunicación del no-regalo: ‘Para mí, por lo tanto no para tí—para  tí (o para otros), por lo tanto no para mí.’ Sin embargo, nuestra cultura identifica este proceso del anti-regalo como un regalo, un proceso socialmente útil, y lo denomina con la palabra ‘intercambio,’ por medio de la cual satisfacemos nuestras necesidades comunicativas lingüísticas a su respecto. De hecho participamos mucho en el proceso de intercambio; es valioso. Satisface nuestras necesidades de una fuente de bienes, en una situación donde los bienes son hechos artificialmente inaccesibles debido a la retención de la propiedad y de la abolición del regalar. Al hacer el acceso a los bienes condicional a la produccion de otros bienes de igual valor y a su medición e intercambio interrumpimos el proceso de regalar material que confiere valor y cancelamos los vínculos y la consecuente comunidad que pudo haberse creado. Nos relacionamos con el intercambio como si fuera la fuente, como si fuera la madre—a pesar de que es una analogía de la masculación y por eso es concomitante al proceso que alienó al niño (y al padre en su momento) de la madre. Tal vez es por esto que la gente se siente tan apasionadamente apegada  al intercambio, al mercado, al capitalismo, y a la masculación misma. Estos procesos parecen cuidarlos, por eso se vinculan a ellos.

El ‘regalo’ del intercambio contradice el regalar. Las necesidades que lo rodean son las necesidades de la no-comunidad, de la gente que vive dentro de esas relaciones ‘adversarias’ del comprador y el vendedor. A pesar de que continuamos comunicándonos por medio del lenguaje y de otros signos, nuestra co-municación material ha sido alterada drástica y contradictoriamente y las actitudes entre nosotros se han convertido  justamente en miedo y resentimiento.

El per-donar se convierte en un asunto moral, mientras que actualmente es sólo la manifestación psicológica del paradigma del regalo. Cuando perdonamos rechazamos el rencor, la venganza, la ‘medida’ de la maldad, y otros reflejos psicológicos del intercambio. (Rehusamos deshacernos del regalo a favor del no-regalo. No cambiamos hacia el intercambio.) Tratamos de entender la motivación de los otros en términos de sus necesidades no satisfechas. Tratamos de comprender las razones personales y sociales de esas necesidades, satisfaciéndolas y cambiando en lo posible el contexto, resolviendo los problemas. Retornar al paradigma del regalo es una manera para-donar a todos.

Es casi como si la palabra ‘perdonar’ señalara el camino hacia el cambio de paradigma. De hecho, perdonar no es algo que hacemos a la otra persona; es un cambio en nuestros valores, un cambio en nuestras actitudes hacia el dar alejandonos de culpar a los otros o a nosotros mismos, de la manipulación y del castigo, que son formas de permanecer en y promover el paradigma del intercambio a nivel psicológico. Modelándolo, damos a la lógica de dar un efecto multiplicador, puesto que otros pueden verla finalmente al descubierto—y seguir nuestro ejemplo. Si podemos cambiar de paradigma, y cambiar concientemente las lógicas de nuestro comportamiento,  colectivamente  desmitificando y disminuyendo el intercambio y la represalia, podríamos lograr un efecto permanente. Podríamos pensar en el cambio de paradigma como una solución práctica para todos en vez de solo como una opción moral. El marco de la moralidad limita el ámbito del dar y de  perdonar al individuo, mientras que la necesidad de todos los niños de la tierra es la de un giro colectivo hacia la Madre.

Apoyando a la no-comunidad alienada

Continuamos teniendo que dar, sin intercambio a los niños pequeños, y así conformar una comunidad con ellos, socializándolos como seres comunitarios. Este dar se da por fuera del intercambio. Sin embargo, como adultos, la comunicación material con los otros más importante y extendida, es el intercambio. Hemos creado una no-comunidad alienada a la que nuestros niños luego tienen que adaptarse y sobrevivir.

La no-comunidad de los que intercambian requiere de muchos regalos gratuitos. Necesita de trabajo regalado (plustrabajo) para poder suplir la recompensa de la ganancia, la que motiva a los empresarios a crear y mantener las empresas. Necesita del trabajo gratis de las mujeres, que se ocupa de los valores de uso, da a los trabajadores y reproduce la fuerza laboral, incrementando así los márgenes de ganancia. Necesita del regalo de nuestra fé nuestra creencia de que es viable, y más aun, ‘justo.’ Pero también necesita del regalar entre los humanos, que continúa ocurriendo, más allá del intercambio—y a pesar de este, no sólo como comunicación a través del lenguaje, sino a través de todos los actos de amabilidad, de amor, generosidad, hospitalidad, y camaradería que ‘hacen que la vida valga la pena vivirse.’

La experiencia estética es en gran medida, la recepción creativa de un  regalo, a pesar de que la posesión del objeto de arte no es gratuita. El pensamiento no profesional que contribuye a cualquier forma de negocio o trabajo o actividad es gratuito. Algunas veces se llevan productos al mercado gratuitamente,  y los compradores van al mercado por su propia cuenta. Las necesidades de los consumidores son influidas en gran medida por el cuidado entre si, especialmente  a través de las elecciones de las mujeres (y los hombres) que tienen que comprar los medios de nutrición. El desarrollo de las necesidades y del deseo en sí, se hace gratuitamente a través del cuidado—aunque ahora está profundamente alterado por la publicidad.

El regalo de valor es dado no sólo al intercambio, sino también a un ego que tiene necesidades sistémicas, contenciosas (e instrumentales y condicionales) de saber o evaluar cuánto ha dado una persona, tasando  su producción cuantitativamente respecto a los demás.  Ostensiblemente, esta estimación se hace para poder devolverle a él o a ella la misma cantidad, pero actualmente se hace para otorgarle poder al que juzga quien ‘merece’ tener  acceso al intercambio mismo,  quien ‘merece’ que se le dé, y quien eventualmente ‘merece’ ser el privilegiado, la muestra. (El privilegio y la generalidad de la muestra, provienen de la polarización del proceso conceptual en el que están inmersos, y no se debe a que la muestra halla dado o no más que los otros.) En nuestros juicios acerca del ‘merecimiento,’ se le da un valor excesivo a la equivalencia o a la correspondencia entre la cosa y la palabra, entre el producto y el dinero, entre el trabajo y el salario—y se le da muy poco valor a las necesidades como tales.

Incluso las ecuaciones no tienen valor en sí;  se les dan valores  pero también se les da  su valor desde fuera. Hemos visto que las ecuaciones ocupan el lugar de la consideracion de las cosas en su relación con las necesidades, y las sobrevaloramos en ese papel. El intercambio no existiría si no estuviera incrustado en el regalar en muchos niveles y de muchos tipos y. El ‘regalo’ del no-regalar y la comunidad alienada de los que no-dan son posibles porque están inmersos en (y nutridos por) una comunidad de dadores.

Entre los regalos que damos a no-dar, que consume esos regalos en sus procesos, están nuestra atención al intercambio y nuestra ceguera hacia los procesos de regalar. No formamos nuestras comunidades con respecto al regalar, nuestras necesidades linguisticas comunicativas no surgen con respecto a este,  porque de hecho formamos nuestras comunidades  mayormente  de acuerdo al intercambio. Por eso, no nos comunicamos mucho con respecto al regalar. (Esta razón ‘funcional’ misma apoya las motivaciones más misóginas de nuestra negación del regalar, pero puede permitirnos per-donarnos por ella. La culpa, la represalia contra nosotros mismas,  hacernos pagar, sólo confirman más fuertemente la lógica del intercambio.) El intercambio ha tomado el lugar de la comunicación material del regalar, de la misma manera que la comunicación con el lenguaje ha tomado  el lugar de la co-municación material,  y que los hombres han tomado el lugar de las mujeres. De hecho, los que intercambian se relacionan entre sí de una manera muy individualista, que calza perfectamente con la idea de masculación, el cazador contencioso y solitario.

De los regalos dados por la comunidad, que todavía está actuando de acuerdo al regalar en un nivel abstracto, el más importante es el meta regalo del valor, por el que otros regalos y servicios son dirigidos. Apreciamos el valor y se lo atribuimos al arte, a la música, a la literatura—todos los cuales a su vez atribuyen valor de manera compleja, bella y sorprendente. Valoramos los regalos del pintor o del cuenta cuentos, como los del organizador político, y aun el regalo de la labia del vendedor. Ellos dirigen nuestra atención hacia cosas nuevas, alterando nuestras habituales atribuciones de valor. Amamos los regalos de la naturaleza, de la cultura, de la historia y de la ciencia, que al satisfacer nuestras necesidades nos atribuyen valor a nosotros también. Sin embargo, al darle valor al intercambio y a las cosas en la modalidad de intercambio, continuamos manteniéndolo, dirigiendo hacia este la mayoría de nuestros bienes y servicios.

Otra manera en la cual el valor  es atribuido al intercambio, al giro autosimilar hacia la logica de la sustitucióny a todas las manifestaciones de la masculación es a través de de la confirmación por la reflección, por su similaridad reciproca. Si no comprendemos conscientemente sus causas y sus efectos negativos, la repetición del patrón parece darles valor a sus diferentes expresiones. El patrón en sí adquiere una cierta cuota de independencia, y lo podemos imaginar flotando por el universo validando  otras masculaciones donde se formen.

De hecho, al exteriorizarlo al darle manifestaciones repetidas al patrón de la masculación, la humanidad puede convertirlo en ‘un tipo de cosa’—una cosa que podría relacionarse con una palabra, a la que podemos comenzar a darle valor, y hacia la que podemos dirigir nuestra atención que forma conceptos. Buscamos una muestra y tratamos de encontrar las cualidades comunes de las cosas relacionadas a esta como similares. Apreciamos  la importancia del patrón y le atribuimos importancia a este. Hablamos de este y le damos un nombre.

Por ejemplo, lo llamamos ‘patriarcado.’ Al nombrarlo, lo relacionamos con una palabra; lo comenzamos a transformar al hacerlo ‘ceder’ a la palabra que es nuestro regalo  verbal entre nosotros. Las mujeres formamos una co-munidad al hablar del patriarcado, como yo lo estoy haciendo en este libro, y como los movimientos progresistas y feministas lo están haciendo en todos lados, al señalar los patrones de la opresión y captar las conexiones entre ellos. Debemos también darnos—tiempo, atención,  bienes de cuidado,  formando co-munidades materiales más allá del intercambio. Estamos trabajando  ahora para transformar la ‘realidad,’ para poder darle el regalo de una buena Tierra al futuro.

Esta situación es similar a la en que los conocedores que gratuitamente le dan valor al concepto, un valor que en cambio es usualmente percibido como surgiendo del concepto mismo o de las cosas involucradas.

David Cheal, op. cit.

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