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Theory
of The Gift Economy


Para-Donar

Introducción
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23



Practice

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Para Donar
Genevieve Vaughan

Capítulo 3

Reciprocidad

La lógica del dar y la lógica del intercambio son contradictorias entre sí, pero una es construída sobre la otra. El intercambio es un regalo doble, forzado, donde el que recibe debe dar a quien le da el equivalente de lo que ha recibido. El producto de una persona toma el lugar del producto de la otra. Creo que este requisito de equivalencia y toma de lugar son derivativos del nombrar donde el regalo verbal toma el lugar del regalo no verbal y de la definición donde algunos regalos verbales toman el lugar de otros regalos verbales. En el intercambio que opera en el plano material; un ‘regalo’ devuelto ocupa el lugar de mi regalo, y puede parecer servir como lo haría un sustituto-regalo verbal para crear un vínculo afectivo entre quienes lo intercambian.

Sin embargo, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, y adquirir el ‘regalo’ equivalente que se nos devuelve se convierte en la unica motivación del ‘regalo’ original. Al transformar el proceso de regalar en un intercambio igual, borra la orientación hacia el otro de los dos que intercambian, haciendo su igualdad solo la igualdad de sus propios intereses. El intercambio se convierte en un molde magnético alrededor del cual la sociedad se organiza. Nuestro pensamiento gravita hacia él, otorgándole un gran crédito, tal vez por la similitud con el nombrar y la definición (los procesos lingüísticos de los cuales se deriva y que seguimos usando). El regalar continua

constante pero invisible, y no se generaliza como modelo que es validado al tener seguidores conscientes. De hecho, el paradigma del regalo cede, no compite con el paradigma del intercambio. De ese modo, hay una situación donde  el paradigma del regalo le otorga valor y muchos regalos al intercambio.

El intercambio se refleja a sí mismo y, por lo tanto, se auto-valoriza.  Tiene una forma simétrica, y el requisito de equivalencia entre los productos cambia de manera radical el foco sobre la necesidad del otro. Porque el intercambio se basa sobre y promueve los intereses de quienes intercambian; hay una equivalencia no sólo entre los productos sino también entre las motivaciones de las dos personas involucradas.

Como en  instancias de igualdad, estas instancias son entonces iguales entre sí y así comienza el efecto del ‘salón de los espejos,’ que es denuevo igual  a este mismo  efecto que se repite en todos los otros momentos de intercambio, por ejemplo todos los que ocurren en el mercado. El proceso de sustitución y equivalencia en el lenguaje, resuena con y confirma  los procesos derivativos del mercado, dando al ‘salón de los  espejos’ muchos reflejos abstractos.

La necesidad abstracta de ecuaciones que se establece por el proceso de intercambio en función del (auto) interés de quienes intercambian, adquiere una independencia, un tipo de  vida propia. Cualquier cosa que se pueda sustituir por un equivalente aparece como un valor (un valor de intercambio), sea dirigida o no a satisfacer la necesidad del otro. Creo que el excesivo énfasis en la ecuación, mientras se ignora el regalar, es la fuente de la idea de que muchas de las actividades humanas no son dirigidas por las necesidades. Las necesidades abstractas de los procesos de intercambio no se consideran necesidades, sino parte de ‘como son las cosas.’ Sin embargo, empieza a ser más importante satisfacer estas necesidades que las necesidades que pudiese tener el ser humano, entonces el proceso de intercambio le quita el lugar al regalar, apareciendo como fuente de los valores ‘humanos.’ Por esa razón, tenemos la categoría inhumana y cruel ‘de demanda efectiva’ que impulsa al mercado.

Por que el intercambio requiere de una ecuación, que es igual a  otras ecuaciones en el mercado y en otros ámbitos,  este conlleva en sí  una especie de metanivel autoconstruido, que le permite propagarse a sí mismo y permanecer en el primer plano. Al mismo tiempo, el regalar (que sólo requiere de un imitador que sirva como modelo) es empujado hacia el fondo y se lo hace invisible, aunque se lo sigue usando de muchas maneras. De hecho, el intercambio está empotrado de una manera parasitaria en un proceso más amplio de regalar, que actualmente le da al proceso de intercambio, permitiéndole así que  continue prevaleciendo. El intercambio en sí se convierte en ‘el otro’ del proceso del regalar.

La generalidad del regalar es capturada por el ser  prácticada al intercambio, y luego es redefinida como algo inferior o como un intercambio fracasado. El regalar entonces aparece como un caso especial de intercambio incompleto, que tiene solamente un lado y que no puede existir por sí solo. Actualmente la lógica y la práctica del intercambio son parasitarios de la lógica y de la práctica del regalo. Los regalos recibidos permiten dominar la vida y la visión del mundo de los que practican el intercambio y de los que practican el regalar.

Hay un flujo de regalos hacia arriba, en contra de la gravedad, que van hacia las posiciones superiores de las jerarquías patriarcales y se alejan de las necesidades. Se llama ‘reproducción social’ a la presencia de muchas de estas jerarquías del regalo-intercambio, que se apoyan mutuamente por su similitud o por sus servicios. El salón de espejos crea profusas imágenes de las mismas estructuras—y en ese sentido se asemeja al lenguaje—pero estamos siendo guiados por la ecuación que se refleja para tomar la señal de entender el mundo desde el aspecto de la propagación de imágenes similares y uno-muchos en vez de desde el aspecto del regalo del lenguaje.

Quizas es porque  hay estructuras similares en diferentes niveles que el paradigma parasitario del intercambio es elevado al nivel de un sistema, que se perpetúa a sí mismo con una ‘mente’ propia. Si estos procesos operan en la formación de las mentes individuales—conciencia versus subconciencia por ejemplo—, quizas estan también creando patrones idénticos en una escala social mucho más amplia.

La auto-perpetuación se facilita por la confirmación del hallazgo o la creación de imágenes similares entre sí, en niveles diferentes. Miro a estas similitudes entre las estructuras patriarcales en diferentes niveles no como analogías o isomorfismos históricos u homologías, sino como patrones sociales auto-similares, creados por una retroalimentación reciproca de la misma forma de la definición en la definición de  género (y viceversa, la definición de género dentro de la forma de la definición) en muchos niveles.

Esta idea de  auto-similaridad fue desarrollada por Benoît Mandelbrot en el estudio de la geometría Fractral, donde encontró donde encontró que los mismos patrones se repetían en niveles o ‘escalas’ muy diferentes. La coliflor es un ejemplo típico: cada flor y cada parte de la flor se parece a la coliflor en su totalidad.  

Creo que lo mismo ocurre en la sociedad, en lo que llamamos ‘estructuras sociales.’ En los fractales, los patrones se crean introduciendo el resultado de la ecuación en la misma ecuación millones de veces. Socialmente, estamos haciendo lo mismo—introduciendo la definición de género y sus características “masculinas” resultantes dentro de las estructuras de otras definiciones infinitamente, entonces estamos en realidad creando los mismos patrones en diferentes niveles.

¿Es la reciprocidad intercambio o turnarse?

El homo economicus, el protagonista de la economía neoclásica, está hecho a imagen del intercambio. La propia palabra homo, que significa ‘lo mismo,’ trae con sí la idea de una ecuación. Educamos a los niños para que sean unidades similares de la masculinidad, para que rivalicen entre sí por una superioridad económica y simbólica. Educamos a las niñas para que alimenten este proceso y eduquen a sus niños según esta imagen. Este tiene el efecto que en el ‘mercado libre’ (un oxímoron) hay más hombres que practican el intercambio y todavía hay más mujeres que practican el regalar.

 Nuestros sistemas económicos se basan en el intercambio y nuestro estudio de estos sistemas, la Economía , también está basada en el intercambio. El capitalismo practica los valores de la masculinidad y la masculinidad practica los valores del capitalismo. Puesto que se trata de roles sociales, también pueden ser ejercidos por personas del otro sexo biologico. Sin embargo esto se hace más difícil, ya que la interpretación social  de los géneros crea muchos impedimentos para que un género tenga éxito en áreas normalmente ocupadas por el otro. Una de esas áreas es la Economía, la disciplina que estudia el capitalismo.

Porque el estudio de la producción y la distribución de los bienes en nuestra sociedad se basa en el intercambio auto-valorizante  y lo promueve, no considera el regalo como  ‘económico.’ Pero, el regalar es efectivamente la producción y distribuición de los bienes. La microeconomía de una macroeconomía diferente (basada en el regalo) ocurre en cada hogar. El trabajo de la mujer, que es regalado y no remunerado con dinero, ha permanecido invisible para los economistas hasta ahora, porque sólo aquellos que practicaban los valores de intercambio, lo estudiaban.

Ahora, algunas mujeres economistas, educadas, como otras mujeres, para la maternidad y la práctica del regalo, están aplicando los valores del regalo al estudio del intercambio y sus profesiones, y ellas están experimentando una saludable disonancia cognoscitiva. Sin embargo, aún no se preguntan por la validez del paradigma del intercambio como visión de mundo, tal vez porque todavía se mueven dentro de este paradigma, de una manera más o menos exitosa.

Para quienes están fuera al menos parcialmente de la lógica del intercambio, es más fácil identificar y promover el regalar como paradigma socialmente relevante—de hecho como la solución a los problemas causados por el intercambio. Esta ‘vanguardia revolucionaria’ incluiría no sólo a las mujeres, amas de casa y madres (remuneradas o no), sino también a todos quienes no obtienen ganancia en el intercambio, y en vez  le están entregando en forma inconsciente: estos son los ‘anfitriones’ masculinos y femeninos del parasito.

La mayor parte de nosotros estamos enceguecidos al regalar debido a la internalización de la lógica autoreflectiva del intercambio. Incluso cuando lo estamos practicando, no ‘re-conocemos’ el regalar, no pensamos en él, en un meta-nivel y no tenemos un meta-lenguaje con el cual hablar de él. Continuamos pensando en términos del intercambio acerca de nuestra propia cultura, e incluso acerca de ejemplos del regalar institucionalizado en otras culturas,

En Francia ha surgido una nueva escuela de pensamiento, basada en los trabajos del antropólogo Marcel Mauss, que dedica mucha atención al regalar, y lo ve compuesto de tres momentos: dar, recibir, y devolver. Pero insistir en la reciprocidad esconde el carácter comunicativo del dar y recibir simplemente sin reciprocidad; esto no les permite a estos pensadores hacer una clara distinción entre regalar e intercambiar, como paradigmas opuestos.

Para ellos, el regalar parece solamente una variación del intercambio, con un plazo de pago más largo y con un énfasis menor en la igualdad. Los vínculos todavia parecen ser producidos por una reciprocidad forzada en vez de por la satisfacción directa de las necesidades. Como muchos hombres, estos investigadores están limitados en sus pensamientos, porque no han sido socializados para la experiencia adulta de la creación de vínculos a través del maternaje. El regalar aparece como una curiosidad, no como una lógica de vida mamífera basada en la madre  o un programa para el cambio social.

Años atrás, la descripción del antropólogo francés Lévi-Strauss sobre el  ‘intercambio  simbólico de las mujeres’ entre los grupos familiares, inspiró mucha especulación entre antropólogos, psicoanalistas, lingüistas y estudiosos de la semiótica en la modalidad del intercambio. Desde el punto de vista del paradigma del regalo, las mujeres son las fuentes de la crianza; en consecuencia, el ‘regalar’ de la mujer es un regalo de los que regalan: un meta-regalo. El ‘intercambio’ (si la interacción es forzada y considerada desde el punto de vista del capitalismo) y el ‘turnarse’ del dar y recibir (si no lo es) tienen un contenido que, en el caso analizado por Levi-Strauss, son las mujeres, la fuente de dar.

El dar y recibir, en vez de la reciprocidad forzada, es la causa de los vínculos. La interacción del cuidar y la recepción del cuidado (o del dar y recibir de la mujeres que cuidan) es el factor mutuamente creativo, no la imposición y el acatamiento de la ley, no la equivalencia del intercambio, ni la reciprocidad forzada. En las sociedades menos marcadas por el intercambio que la nuestra, la práctica del regalo (o ciclos de regalos) tiene como uno de sus fines la definición y especificamente define las relaciones entre los miembros del grupo. Esa práctica del regalo podría considerarse como descendiente del lenguaje, de otro linaje que no es el intercambio, pero que usa el dar y recibir regalos y la co-municación por el fín del estatus. (Vea la Figura 2.)

Las mujeres son la Vanguardia

Lewis Hyde, Jerry Martien y otros escritores han analizado el ‘intercambio’ de regalos, han trabajado re-interpretando la literatura histórica y antropológica y liberando, al menos parcialmente, la idea del regalo de la coacción del capitalismo. Quizás es porque ellos no han experimentado el maternaje, tienden a concebir el regalo como algo poético del pasado, algo olvidado, marginalizado y encubierto, como fué su propia experiencia con la modalidad del regalar (con sus madres cuando eran niños), que ha sido encubierto pero aún permanece en el inconsciente, en los mitos y en los cuentos. Si continuamos interpretando el acto de dar regalos en términos de reciprocidad (esto es, de intercambio), el discurso queda encerrado dentro de los parámetros del statu quo patriarcal.

Las mujeres reconocemos con facilidad la presencia del regalar en todo lugar, porque tenemos un ejemplo real en la práctica de nuestro rol social adulto (aunque esté socialmente descalificado y devaluado). Por eso las mujeres son la vanguardia; las portadoras  de la economía del regalo como programa social, una manera de organizar la sociedad ahora y en el futuro.

La falta de una teoría del lenguaje basada en el regalar dificulta la comprensión del regalar como un principio viviente.  Sin embargo, la discusión del dinero como ‘regalo’ y Wampun como ‘actos de hablar’ propuesto por Martien es un puente entre el lenguaje y el dar regalos materiales (como fué Wampun en sí) . Martien nos muestra que Wampun eran un medio de co-municación material (interpretado por los colonos europeos solamente como una forma ‘primitiva’ de dinero). Los cordeles de mostacillas hechos con conchillas eran enviados de un lugar a otro para definir situaciones y satisfacer vínculos necesarios de atención y de cuidado. Por ejemplo, unas mostacillas especiales se enviaban a los que estaban de duelo para satisfacer su necesidad de ser consolados. Otras servían para cerrar pactos o mantener promesas entre los grupos sociales. Wampun parecía ser un lenguaje material de muchas palabras, que trascendía la definición para crear la solidaridad y la inclusión mutua, a diferencia del dinero que permanece en un estado donde nombra cada cosa cuantitativamente para facilitar una forma de relación humana más ‘primitiva,’ una relación de exclusión mutua, basada en el tener y no tener la propiedad privada.

En nuestra vida, como también en las investigaciones de otras culturas, surge la pregunta: es posible seguir y aseverar un modelo claro del regalar, o sí acaso al enfocarse en el devolver cualquier transacción es asimilada por el modelo del intercambio.  Hay aquí una intersección de dos lógicas distintas; pero suele interpretarse como una pregunta moral (preguntamos: ¿es esta persona realmente altruista o es esto solo una manipulación oculta?), lo que crea confusión y algunas veces nos hace pagar por nuestro actos de amor con vergüenza. Nosotros comentamos irónicamente: “Ningún buena acción pasa sin ser castigada.” El interés propio parece ser la motivación básica de todos los seres humanos, con la escasez como su complemento natural. El bien de la totalidad parece ser, siguiendo a Adam Smith, el compendio de los intereses propios de todos mientras que la orientación hacia las necesidades del otro resulta poco realista e implica el autosacrificio. La reciprocidad es la manera de mantener el interés propio de ambas partes en la interacción.

La costumbre de devolver un poquito más de lo que uno ha recibido, es una manera de confirmar el modelo del regalo, aun cuando a través de la reciprocidad, uno corre el peligro de que su acción se interprete como un intercambio Sin embargo, este proceso ha sido asimilado en el intercambio como el interés sobre los préstamos . De hecho los prestamistas dan su dinero por la expectativa del regalo extra que recibirán. (Este tipo de intercambio se ha convertido en la norma, de tal manera que un préstamo sin intereses es considerado un regalo.)

Tanto los antropólogos, como todos los que vivimos dentro del patriarcado, tenemos dificultad para quitarnos los anteojos-espejos del paradigma del intercambio. Por eso hablan del ‘intercambio de regalos,’ confundiendo las dos modalidades desde el principio. De nuevo, el regalar parece ser  una versión subdesarrollada del intercambio en vez de un método diferente y más viable para organizar la sociedad. En las llamadas sociedades ‘primitivas,’ el regalar a menudo tiene una función simbólica. Creo que esto se debe a que, al imitar el lenguaje como hemos visto en el Wampun los regalos especiales materiales sustituyentes (como los regalos verbales sustituyentes) se dan de una manera organizada con el propósito de crear vínculos específicos entre los que dan y los que reciben.

En otras palabras, tanto el intercambio de artículos por dinero como el ‘intercambio de regalos simbólicos’ son variaciones del mismo tema de la co-municación. Son dos usos alternativos de los patrones entrelazados. De hecho, tanto el lenguaje como la producción y la distribución de los bienes materiales aparecen en todas las sociedades y han coexistido durante milenios. Las sociedades han aprendido a usar sus propios procesos, en una diversidad de formas, para crear nuevos procesos de co-municación.

El lenguaje es una segunda economía (verbal) del regalo, mientras que la definición y el nombrar son procesos especiales decontextualizados del lenguaje

Estos procesos decontextualizados se transforman en intercambio  cuando se transfieren al plano material, cuando las personas sustituyen un producto con otro y los equiparan cuantitativamente.

La introducción del dinero provee un ‘equivalente general,’ un regalo sustituyente  único (como una palabra), en el cual el valor de todos los productos del mercado, pueden ser expresados y evaluados. Mientras que el dinero brinda un elemento abstracto adicional en el proceso de intercambio, éste no altera su lógica básica. Por lo tanto, el trueque no es una solución a los problemas causados por el intercambio. Sino más bien es un ejemplo de la misma lógica sin dinero. Si se toma la distinción entre el dar regalos y el intercambio, como el hito entre dos paradigmas básicos de la interacción humana, podemos aclarar un sinnúmero de problemas diferentes, que aparentemente no se relacionan entre sí.

Muchos regalos

Podemos entender muchos aspectos irracionales y dañinos del patriarcado capitalista como un punto de contacto entre los dos paradigmas. El plustrabajo la porción del tiempo del trabajador que no se paga y que se vuelca hacia la ganancia del capitalista, puede ser considerado como un regalo forzado, del trabajador al capitalista. La tendencia de pagar a la mujer menos que al hombre por un trabajo similar, puede interpretarse como un intento de mantener a la mujer en la posición de regalar, reinforzando nuestra práctica del modelo del regalo invisible, obligándolas a dar aún más trabajo gratis (regalos) que nuestros compañeros hombres. Por la igualdad del intercambio y por el valor que le otorgamos (regalamos), calificamos al mercado como ‘justo,’ aunque nos está penalizando (El padre sabe más).

La mano de obra no remunerada de la ama de casa se calcula que añade un 40% o más al Producto Bruto Interno. Este es uno de los ejemplos más sobresalientes de trabajo regalado y no reconocido que existe. Tenemos que considerar también los regalos que le llegan a los ricos desde los pobres,  al Norte desde el Sur, a las economias basadas en el intercambio desde las economías aún basadas en el regalar. Las diferencias en las tasas de cambio, los niveles de vida y la autosuficiencia de los países ‘en desarrollo’ permite el flujo de regalos de esos países hacia los llamados países ‘desarrollados.’

Este flujo no sólo no es reconocido como tal, sino que se le atribuye la dirección contraria, de tal manera que el Norte aparece como el que otorga créditos, el que brinda ayuda material, información, tecnología, mercados, protección y además una ‘influencia civilizadora’ al Sur, que a su vez queda agotado y lisiado, tratando de pagar el ‘plus,’ el interés de lo que ha sido ‘dado’, pero que en realidad sólo sirve para estimular más regalos ocultos que drenan su capital.

Por ejemplo, la disminución del nivel de vida en el Tercer Mundo le sirve al Primer Mundo pues ocasiona una disminución en el precio del trabajo transformando el diferencial del bajo costo de mano de obra y las materias primas en regalos colectivos, entregados por una multitud de personas del Sur a traves de unas pocas del Sur para una pocas en el  Norte. El uso manipulador del dar regalos con el propósito de obtener ganancias (apalancando más regalos) es en sí intercambio. Sin embargo, si se malinterpreta el regalo como un intercambio, y las ganancias como aquello que se ‘merece,’ entonces se confunden los dos paradigmas. Esta confusión no sólo afecta a los académicos sino que es un punto de vista muy extendido que sirve de apoyo a la explotación.

Los numerosos ejemplos de esclavitud que han emponzoñado la historia del ser humano  son evidencia de la tendencia de colocar  a grupos de personas en posiciones donde son forzadas a regalar a través del “poseerlos”.  Las mujeres de todas las razas y todas las culturas han estado en posiciones similares respecto de sus esposos, fueran éstas consideradas sus “propiedades” o no. Para poder acumular capital, los regalos excedentes deben provenir de algún lugar. Por ejemplo, la esclavitud proporcionaba el excedente ‘gratis’ para sus ‘dueños’ en el Sur de Estados Unidos, a pesar del inmenso sufrimiento que ello implicaba para los esclavos.

Pero el intercambio proporciona un mecanismo eficiente para la acumulación, al ocultar los regalos recibidos detras de la pantalla de una ecuación que aparece como ‘justa’ y una transacción aparentemente basada en una “libre elección” (sin importar la falta de alternativas que muchas veces reducen a la gente pobre a una situación similar a la esclavitud). El capital puede ser visto como los  regalos conjuntos de los muchos, capturados por el intercambio y entendidos dentro de los parámetros autorreflejantes del intercambio, como la ganancia justa de una inversión. El intercambio de cosas iguales no produce una ganancia. El regalo laboral es necesario para lograr este propósito.

Como dijimos anteriormente respecto del lenguaje, es muy fácil ocultar el regalo laboral pues el regalar es transitivo. Si ‘A’ da a ‘B’ y ‘B’ da a ‘C,’ entonces ‘A’ da a ‘C.’ Luego, si el ama de casa da su trabajo gratis a su marido y éste a su vez da su plus trabajo al capitalista, el trabajo gratis de la esposa pasa de manera transitiva a través del esposo al capitalista. El regalo es también invisible porque desviamos la mirada de la fuente original. A lo más miramos a ‘B’ dando a ‘C.’ Lo que está en plena evidencia completamente sin embargo, es el llamado intercambio “equivalente” entre ‘B’ y ‘C,’ donde el capitalista le paga un salario al trabajador, un salario que está determinado por el precio de esa clase de trabajo en el mercado.

Si nos enfocamos en el precio ‘justo’ del trabajo, desviamos la mirada del acto de regalar cuantificable y no cuantificable que también está ocurriendo. El intercambio se valida a sí mismo y encaja con los otros intercambios que ocurren en el mercado. Éste flota como un cúmulo de burbujas sobre un mar de regalos ocultos, dados por las mujeres, por los trabajadores, por los malpagados, por los no pagados, por los pobres, por los desocupados (quienes con su demanda de empleo mantienen bajo el precio ‘justo’ del trabajo), y por todas las clases y  los países que están en la postura de dar regalos a las clases y los países privilegiados.

Tambien existen los regalos de los consumidores, quienes consistentemente sobrepagan por productos tales como la gasolina, que tienen un costo de producción relativamente bajo pero una utilidad muy alta para la gente, cuyas necesidades han sido determinadas por las industrias de transporte.  Existen los regalos del pasado: la plusvalía contenida en el ‘capital fijo.’ También existen los regalos (procedentes, sobre todo, de las mujeres) de mantenimiento de los edificios, de los bienes, de los valores de uso y de las personas de generaciones anteriores--  sus hijos, su arte, su cultura, y los productos derivados de sus vidas. Hay un enorme flujo de regalos que no ha sido reconocido: los regalos del pasado que llegan al presente, y también los regalos de las clases y los países que están en la postura de regalar aque llegan a las clases y los países que están en la postura de tomar.

Existen los regalos de la naturaleza listos para nuestro uso, el aire, el agua, la luz del sol, que por nuestra evolución estamos adaptados  para recibir creativamente pero que estamos  contaminando y haciendolos escasos al ser gastados y despilfarrados en forma oculta para disminuir los costos (dar regalos) al servicio del paradigma del intercambio. Esta polución obliga a las generaciones aún no nacidas  a entregarnos  su uso potencial de los regalos de la naturaleza para que nosotros obtengamos una ganancia rápida. Estamos bloqueando el flujo de los regalos hacia el futuro. Nuevos tipos de comercio invaden áreas que antes eran de regalos, desde los restaurantes de comida rápida hasta las lavanderías automáticas. La herencia  de todos está siendo comercializada por la industria bio-genética, transformando incluso los regalos (biológicos) de los muchos en ganancias para los pocos.

El “metalenguaje” es el lenguaje que habla del lenguaje. Los términos tales como “sustantivo” u “oración” forman parte del metalenguaje de la gramática. El efecto del “salón de espejos” generado por el intercambio hace que todas las ecuaciones y estructuras reflejas convaliden el intercambio en la sociedad. Por su similitud éstas aparecen diciendo “Esto es normal.” El foco de la autorreflexión desvirtúa nuestra visión, exagerando el proceso de intercambio y descontextualizándolo—sacándolo de su contexto—su otro—del regalar. En Principia Mathematica, Bertrand Russell propone la teoría de los tipos lógicos, donde los niveles lógicos “superiores” difieren de los están debajo de ellos. Por ejemplo, la clase de todas las clases es una meta-clase de un nivel lógico superior al de sus miembros. Los meta-mensajes son mensajes acerca de los mensajes y nos dicen como interpretarlos. El efecto del “salón de espejos” crea muchos meta-mensajes que mantienen nuestro foco encerrado en los procesos de intercambio. Véase también Gregory Bateson, Steps to an Ecology of Mind, Ballantine Books, Nueva York, 1972. Bateson analiza la potencialidad para resolver los lazos dobles de la esquizofrenia, cambiando los meta-mensajes. Creo que la causa de los lazos dobles son las motivaciones ocultas del intercambio en un meta-nivel. Si se reconoce el regalar como el contexto donde el intercambio y la clasificación están implicados, surgirá un enfoque nuevo acerca de nuestra economía y de nuestra lógica, que le dará valor al regalar.

Para una explicación de la geometría fractal y la noción de similitud en sí misma, véase James Gleick, Caos Making a New Science, Penguin Books, Nueva York, 1987.

Asociación Internacional de Economistas Feministas (IAFFE).

Véase, por ejemplo, el trabajo de Jacques Godbout, Serge Latouche y el resumen de MAUSS (Mouvement Anti-utilitariste des Sciences Sociales).

En el prólogo a la nueva edición de The Gift de Marcel Mauss (W. W. Norton, Nueva York, 1990), Mary Douglass analiza el intercambio o la reciprocidad en la creación del vínculo del regalo. La autora se basa en su experiencia en una fundación donde aprendió que “al receptor no le agrada el que regala, sin importar lo amable que sea.” Afirma que los regalos gratuitos no se deben dar porque “rechazar la satisfacción coloca al acto de dar fuera de los lazos mutuos.” Las mujeres también pueden ser seducidas por el paradigma del intercambio para que crean en la reciprocidad y no en la satisfacción de las necesidades, como la fuente de las relaciones humanas. Quiero agregar que existe un malestar psicológico en torno al dar gratuitamente, y que las obras de caridad suelen asumir una actitud paternalista que menosprecia al que recibe, por lo que el receptor tiene sus razones para “no agradarle el que regala, sin importar lo amable que sea,” como señala Douglass.

Claude Lévi-Strauss, Anthropologie Structurale, París, Plon, 1958

Lewis Hyde: The Gift, Imagination and the Erotic Life of Property, Random House, Nueva York, 1979. Jerry Martien: Shell Game, a True Account of Beads in North America, Mercury House, San Francisco, 1996.

En Indian Givers (Fawcett Columbine, Nueva York, 1988), Jack Weatherford analiza el impacto del oro y la plata americanos en el capitalismo europeo, al igual que otros innumerables regalos (no reconocidos) que los nativos dieron al resto del mundo.


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