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Theory
of The Gift Economy


Para-Donar

Introducción
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23



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Para Donar
Genevieve Vaughan

Capítulo 8

Envidia de la castración

Una guerra se está librando entre los  que tienen y los que no tienen. Pienso que las causas originales de esta guerra  están en  lo que he decidido llamar la ‘envidia de la castración.’ La relación, de la propiedad privada, es un producto de la mutua oposición de las categorías de género,  combinado con el de la posición privilegiado de la muestra  del concepto. El niño descubre que está en la categoría opuesta a la de regalar, por lo que él tiene (el pene), mientras que la madre es definida como mujer porque da (cuidado) y porque no tiene (un pene). La categoría de ‘tener’ se opone a la categoría de ‘cuidar.’ El regalar y el no tener se identifican entre sí—y con el ser mujer. Puesto que el niño está en la misma categoría que el padre (que es la muestra privilegiada del concepto,  un ‘uno’), el niño tiene que tomar parte del rol de las ‘muchas’cosas, aquellos que ceden,  los débiles, antes de que esta relación pueda ser volcada y él como adulto pueda convertirse en la muestra, el ‘uno.’ El rol del niño también es parecido al de las mercancías,  que son comparadas una y otra vez con un estándar general cuantitativo de valor. Mientras que ‘tener’ coloca al niño en una situación competitiva que podría ser considerada negativa y difícil, éste se consuela con el hecho de que pertenece al género privilegiado por lo cual se le da más.

La propiedad y el dinero

El dinero es el regalo (material) sustitutivo de la mercancía y además es la muestra de la categoría del valor. Ocupa el lugar de todos los otros modelos del concepto como muestra para el valor de los bienes de intercambio—en su transición hacia afuera de la modalidad del regalar. El dueño es a la propiedad como el dinero es a las mercancías, como el padre es al niño, como el pene del padre es al pene del hijo, como la muestra es a los muchos que se le comparan.

El hombre es uno que tiene ‘la marca,’ lo que lo señala como una muestra potencial de hombre y como dueño potencial en una relación ‘uno-muchos’ con su propiedad Tal vez el pene es una propiedad  que funciona como muestra de todas sus propiedades. Pero es inalienable—el hombre no puede ni quiere renunciarla. . La posición del padre patriarcal se sitúa  en una relación similar de propiedad ‘uno-muchos’ con su familia.  En cierta manera, el control que el padre ejerce en la familia pareciera ser requerido por la consideración de que en la escasez los que dan van a carecer si no reciben de otros, y a los que tienen y no dan no les faltará nada. (Hay también un aspecto de retención anal en todo esto.) Las madres , los niños y las niñas controlados por el padre pueden ser obligados a no practicar el regalar fuera de la familia, negándose a satisfacer las necesidades sexuales y materiales de los otros. Aquellos que tienen, entonces continuarán probablemente  sobreviviendo en la escasez. Al ser dueño de grandes cantidades de dinero, la muestra de valor, el que tiene se asegura más cuidados para sí mismo y para quienes se relacionan con él, bajo su control de ‘uno-muchos’ en la familia estructurada como el concepto.

El intercambio, al requerir equivalencia, compara un objeto relativo con el estándar y lo introduce en el proceso del concepto. El mismo proceso ocurre en muchas áreas diferentes de la vida: en la masculación del niño, en las medidas y pruebas de todas clases, en las notas de la escuela, en los concursos de belleza, en las marcas récord en los deportes, en la creación de los modelos a imitar. La relación de los presidentes con los ciudadanos, de los artistas de cine y músicos con sus admiradores, de los cerdos premiados a los cerditos, son variaciones del tema.

Similar al intercambio es la ceremonia matrimonial en Occidente, donde la mujer es un objeto que se transfiere fuera del grupo familiar, que está en relación con el padre como el ‘uno,’ a una nueva relación con su marido como el ‘uno.’ En cierta forma, en Estados Unidos este patrón está cambiando, pero continuamos bajo su influencia y sigue vigente con muchas variantes en todo el mundo. A pesar de que se supone que el día de la boda debería ser el más feliz de su vida para la mujer, un día muestra,  y la mujer misma es vista como la muestra de la Mujer, ella está jugando solamente el rol de una cosa que es la muestra en el proceso de ser reemplazada por su sustituto (nuevo), el marido, quien está funcionando en una manera muy parecida a la palabra. Es apropiado entonces que la mujer deba tomar el apellido de su marido.

De nuevo se forma una unidad familiar que se replica a sí misma, donde los niños continuarán aprendiendo  a ser masculinos renunciando  al proceso del regalo (muchas veces castigándolo y degradándolo), y las niñas aprenderán a  dar sus regalos y su alianza a la muestra masculina.  La propiedad, como el matrimonio, se basa en la exclusión mutua de los ‘unos.’ Todo dueño está en una relación ‘uno-muchos’ con sus propiedades y en una relación de mutua exclusión con todos los otros dueños. El dinero aparece como la muestra para el concepto de valor, con el que se relacionan los productos y por el que son sustituidos, de manera similar a como el sacerdote se ubica entre el padre y el marido, para regular el traspaso de la mujer (todavía la que da) desde un ‘concepto’ de familia a otro. Cambiando la relación de los que pertenecen a una categoría relacionada con la muestra, para que puedan ser transferidos a una categoría diferente (mutuamente opuesta) y a una muestra diferente, requiere una palabra definitiva pronunciada por el sacerdote o presentada como una porción real de la palabra material y muestra de valor (dinero) del comprador. Las escrituras, las licencias y los contratos son re-presentaciones duraderas de las palabras definitivas.

Trabajo y dinero

La venta del tiempo laboral ocurre en una manera similar, aunque el trabajo a menudo se da gratis para la familia y para los allegados y los regalo y servicios realmente impregnan la vida,  entonces el trabajo es algo más flexible que la propiedad privada. Debido a la escasez, los empleos (trabajo de intercambio monetizado) aparecen como regalos. Muchas mujeres y muchos hombres no reciben el regalo de ser definidos por el dinero, lo que permite la sobrevivencia . La monetización, o la falta de esta, es un instrumento de poder, porque define a un grupo como relevante  al concepto de valor económico, y al otros como irrelevante (no tienen la ‘cualidad común’ del valor de cambio). Esta categorización implica que aquellos que están fuera podrían formar parte del grupo privilegiado, si sólo fueran más buenos, eficientes y con una buena educación. Su éxito o fracaso parece depender de cualidades que tienen o que no tienen. La importancia del valor de cambio es que permite el acceso a la categoría que tiene la oportunidad de sobrevivir. Sin embargo, la escasez (el no tener) que es necesaria para que el intercambio prevalezca como un proceso, es creada artificialmente para que la categoría monetizada  (la que tiene) sea la privilegiada.

Los hombres masculados tradicionalmente necesitan  mujeres que han sido abandonadas y despojadas del regalo de pertenecer a una categoría privilegiada, de tener un título o grado universitario (otra masculación verbal), o incluso de tener un trabajo remunerado (masculación monetaria), para que cuiden de ellos, para poder capacitarlos  mejor en la feroz competencia  para pertenecer a las categorías altamente monetizadas. Este es el punto de apalancamiento donde el capitalismo y el patriarcado  están ligados con todos aquellos que ellos describen como ‘diferentes.’ El sistema en su totalidad necesita y usa las necesidades individuales de aquellos que están fuera de la categoría de los que tienen trabajo. Por ejemplo, el mercado de trabajo necesita de los desempleados para poder mantener bajo el precio de la mano de obra. Todos los que efectúan un trabajo monetizado necesitan del trabajo gratis de los otros; que pasa a través de ellos y les permite agregarle más trabajo regalada a sus puestos. El sistema recompensa a los empleados contrastando su aparente bienestar con el sufrimiento causado por las necesidades insatisfechas de los desempleados. Por lo tanto, ‘los que tienen’ son estimulados a atribuir más valor relativo a lo que ellos poseen, por miedo al abandono y al sufrimiento experimentado por los que no tienen. De igual manera, el maltrato a las mujeres y a las niñas, e incluso el abandono a la muerte de que son víctimas las bebés (en ciertas culturas), hace que los que tienen la ‘marca’ atribuirle mas importancia a esta y el pertenecer  a la categoría  masculada por miedo al maltrato similar que ellos podrían sufrir si fueran seres femeninos que no tienen.

El error primordial

Es como si existiera un razonamiento inconsciente de este tipo: si un niño, por su pene, ha sido colocado en la categoría de los que no cuidan, podría remediar este distanciamiento mediante la castración y entonces desear la castración, para poder ser como su madre cuidadora. (Freud descubrió que a menudo le tenemos miedo a lo que deseamos.) Pero la misoginia de la sociedad le hace ver  que las niñas que nacen ‘castradas,  son  castigadas mas gravemente que él, por esto él debería valorar lo que tiene. Podría parecer que el niño tuviera  envidia de la castración, pero que se la cura mediante el maltrato de los que no tienen. Y cuantos más bienes reciba de ellas/ellos, más grande será su ‘tener’ y menos querrá parecerse a los que no tienen o envidiará a su carencia.

Tal vez el niño quiera darle el pene a su madre, porque ella no tiene uno, y así satisfacer su ‘necesidad’ de estar en la categoría superior. Sin embargo, él decide quedárselo (lo trata como una posesión inalienable, y por lo tanto, más valiosa de lo que el podría regalar). Renuncia a regalarlo y al paradigma del regalo al mismo tiempo. Así, demuestra que la modalidad del regalo es alienable, o menos importante para él que guardar el pene (sin ser castrado) y así permanecer en la categoría ‘masculina.’ En el intercambio, el toma la sexualidad genital en lugar de el cuidar, así como la sociedad toma el intercambio económico en lugar del regalar. Como adulto, amasando propiedades y dinero (bienes que pueden ser ambos guardados o dados), tiene la oportunidad de participar de nuevo en un cuidado selectivo hacia los otros. De hecho, si se vuelve rico y lo quisiera, podría dar en abundancia y finalmente parecer más cuidadoso que su madre, quien despues de todo solamente le fue útil en la infancia. Dando a unos pocos, el puede repetir el patrón, privilegiandolos sobre los que no tienen, repitiendo así su propia entrada en la categoría privilegiada, haciendo que ellos sean de los que tienen como opuestos a sus contrapartes (económicamente femeninas), que son los que no tienen.

Otro defecto de la madre que cede y se hace a un lado como el modelo para el niño, es que el niño no es validado como algo precioso por parecer inalienable. Ella parece haber renunciando a su pene, tal vez se lo haya dado al niño. Por su lado, el padre no tiene ese defecto, porque no renunció a su pene y mantiene al niño en su categoría de género. El parece haber sabido como no dar demasiado. El niño puede pensar si el padre fuera la madre,  él/ella tendría  el pene y el niño podría parecerse a él/ella y todavía podría  ser cuidador. Esta líneas de razonamiento especulativas son irrelevantes, por supuesto, porque no es el pene lo que aleja al niño de la categoría de la madre, sino la interpretación social del pene y la construcción  del genero sobre la oposición de los terminos de género. Socialmente lo nombramos como ‘varón’ porque tiene un pene. Si quisiera permanecer siendo un individuo que cuida como debería  ser como un pequeño homo donans, el no tendría que cambiar su cuerpo renunciando a su pene, pero solamente cambiar su nombre y el concepto de género en su sociedad (un trabajo arduo pero definitivamente menos amenazante que perder una parte del cuerpo). Esta curación del lenguaje le permitiría al niño no desear lo que más debe temer y no debe lograr—su castración. La sociedad podría dejar de sobreprivilegiar ‘el tener’ y penalizar  ‘el no tener’ sea con  respecto a los genitales masculinos sea con respecto al dinero y a otras clases de propiedades.

Puerarquía

La gente rica a menudo teme no tener, aun cuando quisiera participar en una economía del regalo con los que no tienen. Los mismos tipo de privilegios que recompensan a los niños sobre las niñas son dados a los ricos sobre los pobres. El miedo de la castración simbolica abruma a los ricos cuando perciben la necesidad de los otros como el deseo de quitarles lo que ellos tienen,  y castrarlos de sus bienes relegandolos a la categoría sin privilegios. Las mujeres ricas están en una pocisión  contradictoria, porque ellas sólo tienen dinero o propiedades y no la ‘marca’masculina del privilegio. Esta puede ser la razón por la que compran objetos portátiles muy caros, como joyas, que demuestran  que son miembros de la categoría  superior.

Las armas de fuego y los cuchillos son marcas que restauran la ecuación fálica y algunas veces hacen posible que la gente pobre obligue a los ricos a regalar a través del robo. Los ricos fuerzan a menudo los regalos de los pobres a través de la palanca de los bajos salarios y otros medios de explotación. Sin embargo, no se define como robo, sino como ganancia. El sistema de tomar ganancias es defendido por las jerarquías policíacas  o militares armadas con cuchillos y armas. Los pobres son castigados por ‘no tener’ mientras que los ricos son recompensados por ‘tener.’

La intensificación de las necesidades de la gente pobre pone en evidencia la necesidad de practicar la economía del regalo en gran escala. Sin embargo, renunciar al dinero se equipara a ceder el pene (la castración), renunciando a la categoría  privilegiada y  entonces a la posibilidad de vivir en la abundancia. La abundancia en sí,  es una buena cosa  pero se la usa para recompensar al ‘tener’ al no dar y al tipo de categorización, definición y merecimiento que provienen de la musculación. Al generar escasez general, el capitalismo provee las condiciones para que prevalezca la economía de intercambio y convierte una herencia  universal en el premio para unos pocos afortunados, así como la masculación lo hace con la abundancia de la madre.  La relación entre ‘los que tienen’ y ‘los que no tienen’exterioriza la combinación de miedo y deseo por la castración, que proviene  de las categorizaciones  falsas de la masculación. La ansiedad de nuestros niños varones  ha lanzado un maleficio sobre toda la sociedad, causando un inmenso daño. Puede ser difícil que reconozcamos  esta situación porque inconscientemente sentimos que tendremos que pagar por el daño cometido. Sin embargo, en ese caso razonamos innecesariamente de acuerdo con el paradigma del intercambio.

No hay pago que pueda igualar el daño causado, pero el hecho es que si queremos pertenecer al paradigma del regalo, debemos de todos modos per-donar. Podemos empezar re-definiendo el sistema como algo que necesita ser cambiado  no solo ‘como son las cosas’ y podemos comenzar  dedicandonos a esta la necesidad. Podemos  re-interpretar  el patriarcado a la luz del paradigma del regalo como un mal sueño, y podemos empezar todo de nuevo. Tal vez podríamos darle un nombre nuevo al sistema que se basa en la pesadilla infantil de la castración, no llamándolo la patriarquía , sino ‘puerarquía,’ el gobierno del niño. Más aun, lo llamaríamos ‘puer’-arquía—el gobierno de la palabra ‘niño.’

Misoginia

El maltrato contra el sexo femenino en general puede tambien ser visto como una represalia en contra  de las madres por ceder al niño al otro género. Tal intercambio  (el desquitarse) es quizás no solo un ataque mercenario, sino otro intento de formar un concepto, al crear instancias repetidas del problema de inclusión/exclusión según las propiedades físicas. Este intento no ha tenido exito,  y  el abandono de ‘los que no tienen’ por ‘los que tienen’ ha crecido en gran escala. Ahora ‘los que tienen’ son unos 250 millones de personas, mientras ‘los que no tienen’ son 5.5 billones. Una razón de ello es que la traducción del problema de tener o no tener el pene a los términos económicos de tener o no tener los medios de sobrevivencia, ha creado innumerables problemas nuevos y ocultado su origen común en la percepción infantil distorsionada. Aquí, a diferencia de la pesadilla infantil (donde se puede tener miedo de que las madres dan sus penes a sus niños hombres), los que ‘no tienen’ en realidad dan a ‘los que tienen’—aunque esto está ocultado por un énfasis mayor en el valor presunto y en el mérito de ‘los que tienen,’ cuyas posiciones de ‘uno’ están sustentadas por las jerarquías y ganadas por la competencia y el dominio.

El malentendido  que está creando  una terrible distorsión en los valores (y en la realidad misma) es muy profundo, pero tan inocente y obvio que lo hace invisible. Es solamente la masculación y el alejamiento del modelo de la madre lo que nos hace valorar la muerte y la destrucción más que la vida y el bienestar de todos. ‘Los que tienen’ deberían dar a ‘los que no tienen,’ dar a fin de satisfacer sus necesidades, en lugar de abandonarlos o incluso matarlos para castigarlos por no tener- de modo que ‘los que tienen’ valoraran  más sus posesiones, puestos, dinero y falos. Estoy tratando de explicar los patrones que creo están debajo de nuestros problemas. No niego que muchos hombres amen a sus niños, y que los niños muchas veces retienen  la capacidad de cuidar  (tal vez para algunos de ellos la masculación simplemente no ‘agarra’), pero creo que estos patrones cavan trincheras profundas en nuestra cultura, prejuician profundamente nuestras instituciones, e influyen en el comportamiento de todos de maneras innecesariamente negativas.

Cuidando al intercambio

En la lista interna de prioridades (‘marginales’)  de los padres, la abstracción, el niño = el padre, es hecha más importante que la creativa y concreta relación de cuidado . La similitud física visible es más importante que los comportamientos y la construcción continua ad hoc del ser, basada en el amor. Sin embargo, esta construcción también tiene que ocurrir, a pesar de su ajenamiento  a través de la servitud de la madre y el merecimiento del niño. La equivalencia entre el niño y el padre se autoconfirma por los efectos de espejo del niño que refleja al padre, quien, a su vez, se refleja a sí mismo en él (el padre se realiza a sí mismo como ‘uno’ a través  de ser el equivalente con el que el niño está relacionado) y a través de otros ejemplos de las relaciones de concepto en el contexto más amplio. Regalar convalida al otro. Acualmente, está cuidando equivocadamente al intercambio como su ‘otro’ y confirmando la equivalencia,  el principio de la sustitución. El regalar  nutre la contradicción de sí mismo, la sustitución de regalar y su reemplazo por la ecuación fálica. Las madres dan al proceso de intercambio como su ‘otro,’ y también hacen al niño su  ‘otro’ al permitir que la muestra del padre las sustituya—creando la imagen masculina (de equivalencia y sustitución) para que el niño la siga. Un simple proceso de orientación hacia el otro cede su lugar a un proceso autoreflejante complejo y artificial .

La madre sostiene y alimenta la similitud del hijo con el padre; ella confirma la importancia de esa similitud, mientras que es obvio y a la vez no visto que ella no requiere que el niño se parezca a ella, porque de hecho ella lo está criando— quien es diferente de ella  misma (diferente porque es un infante y además porque se le está haciendo ser varón). Los privilegios y la atención del padre parecen estar condicionados por la semejanza del niño con el padre, y tal vez con el tamaño del niño y, por ende, con el tamaño del pene, que en realidad no es como el del padre  de todos modos. (Entonces, su ecuación es solamente programática y contraria a los hechos en el principio.)

A esto cabe agregar la necesidad o el deseo de afirmar la paternidad,  y entonces tambien el privilegiar otras características similares físicas, como las facciones, el pelo, el color de la piel o la altura. Incluso los rasgos de comportamiento también pueden ser  identificados como similares. También, la obediencia del niño a la palabra del padre hace que el niño actúe de acuerdo con los planes del padre, demostrando así a quién ‘pertenece’ ese niño. La cracteristica de  ‘pertenecer’ a alguien es importante también para las niñas. Necesitan pertenecer al padre y por lo tanto ser obedientes a su Ley, aun cuando, eventualmente , tengan que ser como sus madres. Este requerimiento se debe a que la propiedad y el concepto coinciden como  patrones uno-muchos. Dado que el padre no puede ser el modelo del género de la niña (el otro patrón uno-muchos), la relación de propiedad emerge como la más fuerte. Las niñas siguen el modelo de sus madres al pertenecer al padre y al dar importancia al concepto de la relación uno-muchos entre los hombres.

Para mantener  los paradigmas del regalar y del intercambio  en su lugar,  a veces es necesario  para los que intercambian evitar  incluso la apariencia del regalar. Sin embargo, hay muchos regalos en el intercambio,  mediante el plustrabajo, el trabajo regalado directamente, y simplemente como resultado de la estafa. Incluso la inflación, la impresión de dinero nuevo y las diferencias de las tasas cambiarias proveen regalos gratis a algunos. Todo esto es ocultado por la apariencia del intercambio equitativo. Es por eso que tenemos que mantener la vista fija en la apariencia de igualdad, y eso es un regalo de la igualdad—que esconde los regalos del regalar y el  vincular a las diversidades. Hace lo mismo en el cambio de las categorías del niño. La igualdadcon el padre esconde lo que el niño ha perdido para ganar su privilegio—la modalidad del regalar de que aparentemente ha sido desposeído y despojado—de donde viene lo bueno en realidad. Una vez que el  regalar, ha sido abandonado es como si la sociedad decidiera cortar las pérdidas en el compromiso. El intercambio  igualitario  parece ser lo mejor que se pueda tener, y nos enfocamos entonces en sus regalos que son los valores del patriarcado: la seguridad bajo el reinado del patriarca honorable y (ocasionalmente) benigno, la igualdad y la justicia. Pero están acompañados por el dominio y por la desaparición de los valores del regalar y de la abundancia: la orientación hacia los otros, la amabilidad, la tolerancia, la diversidad, y el brinco de amor a través de la sinapsis.

El dinero ocupa el lugar del dueño como la ‘muestra’ del concepto con el cual las mercancías se relacionan como valores, hasta que se entregan y las mercancías se relacionan con los nuevos dueños como ‘muestras.’ Una relación de propiedad del ‘uno-muchos’ es ocupada por una relación de valor del concepto del ‘uno-muchos,’ entonces una nueva relación de propiedad ‘uno-muchos’ ocurre.

Véase el libro de Anette Weiner sobre la lógica transcultural del no dar: Posesiones Inalienables, The Paradox of Keeping-While-Giving, The University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1992.

Creo que la sigla OBN (Old Boys’ Network), como el grupo de dueños de propiedades, encarna los valores diferenciales de las palabras que se oponen entre sí en la langue. Históricamente, las mujeres y sus hijos representan para sus maridos y padres lo mismo que las propiedades representan para sus dueños o lo mismo que las cosas representan para las palabras que las designan. Los miembros de las categorías maridos/padres están en categorías diferenciales donde se excluyen mutuamente, mientras que en sus familias la relación es del tipo uno-muchos. Los maridos/padres deben evitar que los otros ‘unos’ tomen su lugar, un reto que también deben asumir los dueños de la propiedad. En la langue, cada palabra está en una relación diferencial con todas las demás, mientras que tienen una relación ‘uno-muchos’ inclusiva con las cosas que que se relacionan con esta como su nombre. Hemos dicho que cuando la muestra ya no es necesaria para formar el concepto, se convierte en otra cosa de esa clase. Sin embargo, la eliminación de la muestra podría atribuirse a que se ha incorporado o incluido en la palabra, un tipo de logoficación. Los hombres (especialmente los que están en las categorías ‘superiores’) aparentemente se convierten en palabras, mientras que las mujeres (y otros individuos de categorías ‘inferiores’) aparentemente se convierten en cosas, ‘concretizadas.’ (Vea de nuevo la Figura 12.)

La idea de comprar y vender mano de obra aparece con claridad, pero hay muchas diferencias entre la posesión de nuestras vidas y la posesión de la propiedad. La relación con nuestras vidas no es en realidad ‘uno-muchos,’ como lo es la relación con la propiedad, aunque podamos dividirla en períodos temporales, aunque quizás tengamos o no tengamos cualidades o habilidades de uso para el mercado.

La institución de la asistencia social define a la categoría excluida como ‘pobre’ y permite que un mínimo regalo sea otorgado por el Estado patriarcal. Esta masculación paradójica de la gente como ‘los que no tienen’ provoca humillación y permite la subsistencia de una clase inferior que cree que su pobreza obedece a sus defectos personales (sus ‘carencias’).

Tal vez el apoyo monetario que le da a su esposa es una manera de hacer que ella ‘tenga’ lo que él no pudo dar a su madre.



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