Home
Theory
of The Gift Economy
Practice
Many Voices discuss The Gift Economy
Publications
Links
Contact Us |
Para Donar Genevieve Vaughan
Capítulo 11
Virar hacia el intercambio
Cuando usamos palabras para comunicarnos, en lugar de regalos materiales viramos hacia otro plano que hemos creado—el lenguaje, que funciona con principios co-municativos similares. Pero cuando nos movemos del regalo material al intercambio económico, actualmente cambiamos de logica, pasamos a la lógica de la sustitución en lugar de la lógica del regalo. La lógica de la sustitución (que tiene una función lingüística) en un proceso auto-similar, toma el lugar de la lógica del regalo. Debido a estos dos niveles de sustitución, la sustitución del dinero por un producto y la de una lógica por la otra, nosotros abarcamos más terreno del que advertimos; entre el regalar y el intercambio hay un abismo más grande que la brecha que separa las cosas de las palabras. (Este abismo se llena, por un lado, con lo que ‘el merecer’ y, por el otro, con la correspondencia entre la palabra y la cosa—lo que a veces llamamos ‘verdad.’) Hay un movimiento de lo micro a lo macroscopico a través de las estructuras auto-similares de la sustitución y el intercambio. (Vea la Figura 15.)
La alineación de las estructuras auto-similares crea una especie de enchuecamiento mental, un hollo en el techo, una grieta con una fuerte corriente de aire que va para arriba hacia la ‘nueva’ mentalidad del intercambio. Luego esta nueva mentalidad o paradigma atrae la atribución de valor hacia ella. (Solamente es ‘nueva’ en oposición al regalar, que la precedió ontogenética y filogeneticamente.)
Debido a la similitud y a la auto-referencia en los diferentes niveles, le damos al menos la misma credibilidad a la sustitución de la lógica completa del regalar por la lógica de la sustitución que le damos a la simple sustitucion de una cosa por la otra. El nuevo nivel material de textura más gruesa es familiar. Sabemos inconscientemente como el micronivel de textura fina funciona, porque usamos ese proceso de sustitución todo el tiempo, cuando aprendemos el lenguaje y definimos las cosas. Nos viramos en un nivel nuevo cuando aprendemos el lenguaje, y el lenguaje ha mediado todo lo que somos. La similitud a la masculación del producto que recibe un nuevo ‘nombre’ en el precio y que es cedido por el ‘productor’ fuera del regalar hacia una nueva lógica de sustitución, de nuevo establece confirmaciones recíprocas. El intercambio nos atrae, y el paradigma del intercambio nos avasalla, tomando el lugar de cualquier otros modelos posibles para nuestros conceptos de interacciones humanas.
Si un valor superior no fuera constantemente atribuido al intercambio, éste no continuaría existiendo como tal. Tampoco el varón masculado continuaría existiendo como tal si no se le atribuyera un valor superior. El regalar, y la extensión y la valoración del paradigma del regalo, harían que el intercambio fuese innecesario. Por eso, en el presente, el regalo está manteniendo a su ‘competidor’ (la competencia es, desde luego, un aspecto del intercambio, no del paradigma del regalo). La lógica y la práctica del intercambio necesitan de esta atribución del valor, y todos satisfacen esta necesidad, incluso aquellos que practican el paradigma del regalar. Por habérsele dado un valor superior, el intercambio se convierte en la única manera de sobrevivir—ocupando el espacio, saturando nuestras vidas, y marginando o excluyendo sus alternativas.
Las instituciones sociales del intercambio por dinero nos permitenvirarnos entre paradigmas cada vez que compramos o vendemos. El cambio en sí se ha vuelto tan común que no lo notamos; impregna nuestras vidas. Tanto el paradigma ‘nuevo’ como el cambio se convierten en algo natural y normal para nosotros. El ‘viejo’ paradigma de bienes o servicios gratuitos es des-valorizado por contraste, a pesar de que continúa funcionando.
Las personas orientadas hacia el ego atribuyen valor al intercambio, no sólo porque lo necesitan para sobrevivir, sino también porque asociándose a él pueden merecer y recibir un valor extra, y de ese modo aparecer como si esas personas se hubieran hecho a sí mismas (como si fueran el origen de su propia superioridad). Ademas, el patrón de la masculación en el intercambio repite su propia toma del lugar. Las personas orientadas hacia el otro también le atribuyen valor al intercambio como consecuencia lógica, porque no sólo se otorgan valor a sí mismos sino a aquellos que necesitan del intercambio para sobrevivir. El intercambio ocupa el centro del escenario y atrae la atención, porque promueve la competencia para la cual la visibilidad es util. El vendedor debe atraer la elección del comprador a través de la visibilidad y del atractivo del producto que será intercambiado.
La sustitución del dar—descartandolo —hace que la transacción del intercambio sea contenciosa. Como la otra persona está haciendo lo mismo en una fase diferente del proceso (por ejemplo, dando dinero mientras que nosotros damos un producto), ella es nuestro reflejo atrasado o anticipado y, como nosotros, en situaciones de escasez siempre estará lista para recibir nuestro producto más barato o a vendernos su producto más caro—incluso recurriendo al engaño. En el intercambio, cuando ‘nos ponemos en el lugar del otro,’ reconocemos nuestros intereses antagónicos. Un mecanismo de nuestro altruismo se trunca a sí mismo cuando se da cuenta de que la otra persona tiene que engañarnos como nosotros tenemos que engañarla. Esto sería para los intereses mutuamente exclusivos de cada uno
El virar hacia el intercambio se convalida juntandose con la masculación, y de esa manera atrae una parte del valor que se atribuye a la masculación y viceversa. Como la masculación, el intercambio cancela e invalida el origen en el regalar, haciendo aparecer autonomo al que lo practica . Establece la pauta para el campo económico y aun para la ‘realidad’ misma. Lo similar al intercambio parece no sólo más valioso sino real y normal, mientras que todo lo demás es incierto y no confirmado (otra forma de descartar a las mujeres y al regalar). El intercambio se ocupa del valor evidente abiertamente, lo nombra, lo acumula y lo guarda como dinero y prevé sus posibles fluctuaciones. Éste parece ser el meollo del asunto. En otras palabras, a este nivel el proceso de intercambio atrae el regalo del valor. Nos movemos hacia adelante y hacia atrás desde apreciarlo hasta atribuirle valor al intercambio, contradictoriamente recibiendo de éste—del proceso—y dándole a éste. Soplamos el hálito vital del valor al proceso de intercambio, como Dios sopló la vida en Adán. El valor atribuido al intercambio por los que participan en éste, como por los que se situan afuera de éste, está influenciado por las fuerzas del mercado, y es finalmente acumulado en capital, recompensando a los que tienen y castigando a los que no tienen, lo que motiva al proceso en su totalidad.
La importancia del intercambio está “sobredeterminada”, como podríamos suponer , pero el paradigma del regalar tambien recibiría valor y confirmación desde muchas áreas diferentes, si los regalos y su valor no fueran drenados hacia el intercambio. Muchos procesos pueden ser interpretados como procesos de regalar y recibir—desde la sexualidad hasta el dar luz a hijos, el amamantar, el respirar, hasta la Madre Naturaleza que deja caer su pañuelo para que nosotros lo recojamos (en golpes de fortuna y las sincronías), y todas las formas de cuidado que hemos mencionado en todos los niveles. Éstas pueden ser y son simbolizadas de muchas maneras, comenzando por la Madre Tierra y la Hermana Agua, el cuerno de la abundancia y el Grial. Sin embargo, a menudo el regalo es escondido porque el intercambio (como la masculación) está en competencia con el regalar, y depende de este como un parásito por el valor que se le atribuye. El intercambio necesita estar en primer plano, para ocultar o borrar el regalar, y para parecer recibir valor porque se lo merece.
De hecho el intercambio necesita que el valor parezca surgir de sí mismo y no que sea atribuido por los otros. Esto es, necesita aparecer como que tiene la fuente de su valor en su lógica doble, como si tan sólo estuviese recibiendo el equivalente de lo que él, el intercambio, ya ‘dió.’ Parece que re-establece el regalo en su propio meta-nivel (parcial), para que todos pensemos que el intercambio es un regalo beneficioso para la comunidad. De heho las sociedades llamadas en ‘vías de desarrollo,’ suelen tener esta idea cuando comienzan a cultivar cosechas para vender y no para su consumo. El incremento inicial en prosperidad e ‘independencia’ parece casi mágico, pero pronto se contrarresta por los defectos de la dependencia en una economía de mercado. Esta dependencia privilegia solo a unos pocos, mientras hace parecer a los otros que sus propios defectos —tales como falta de inteligencia, estrategias ineficientes, preferencias equivocadas, la mala suerte, etc.—son las razones de su fracaso. El culpar a los individuos (en vez del sistema) por su fracaso permite que se le continue dando valor excesivo al intercambio y al mercado.
Puesto que el intercambio es considerado como la única fuente de los bienes para la supervivencia, en una economía basada en la escasez, parece merecer toda nuestra atención. Sin embargo, el sistema basado en el intercambio necesita crear la escasez como un prerrequisito—porque el regalar en abundancia subvierte el intercambio, haciéndolo innecesario. A medida que se expande la economía monetizada, ocupa el espacio que previamente estaba disponible para la producción y el consumo de regalos, haciendo difícil que los que no participan del intercambio sobrevivan. Los recursos naturales son usados o destruidos (intencional o no intencionalmente), de tal manera que no puedan ser usados como fuente de sustento para aquellos que tradicionalmente se alimentaban con ellos. La marginación de los indígenas norteamericanos y la destrucción de las grandes manadas de búfalos que eran el sustento gratis de muchas tribus en las planicies de Estados Unidos, son algunos entre muchos ejemplos trágicos.
Demostrando que el intercambio es un parásito de los regalos del paradigma que oculta y niega, comprenderemos finalmente que aquél no es la fuente primaria del bienestar económico, y que incluso según su propio criterio, no merece la atención ni el valor que le otorgamos. Si damos valor a un punto de vista-meta más amplio en beneficio de todos, podremos volver a virar del paradigma del intercambio al paradigma de regalar.
Actualmente el decir la verdad debería ser visto como comunicación orientada hacia el otro, satisfaciendo las necesidades comunicativas de los otros de saber acerca de una situación para poder satisfacer sus otras necesidades complejas. El mentir es orientado hacia el ego. Como en el intercambio, usa al otro para satisfacer las necesidades del ego. La publicidad falsa es una mentira que promueve un intercambio. La verdad ‘objetiva,’ la corresponencia entre palabras y cosas, puede ser visto como un reflejo del intercambio equivalente, afuera de la fibra de dar y recibir.
El nuevo nombrar ocurre también en el movimiento fundamentalista cristiano con el bautismo y con el re-nacer, lo cual es similar al adquirir un nuevo valor (de intercambio) al auto-relacionarse con el equivalente general. Es también similar a la masculación y casi crea una tercera identidad de género, con sus propios mandatos de conducta.
|